Tiña inguinal, la infección que puede afectar a quienes transpiran mucho: ¿cómo se trata?
Descubre qué síntomas presenta la tiña inguinal. tiña inguinal, cuáles son las posibles causas, cómo se aborda y las maneras de evitarlo.
Las patologías no transmisibles son la causa principal de muerte a nivel mundial, representando el 71% de los decesos anuales, según los datos compartidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para reducir las probabilidades de desarrollar alguno de estas padecimientos, los especialistas recomendaron reducir los posibles factores de riesgo. Por ese motivo, es necesario conocer qué es la tiña inguinal. tiña inguinal, cuáles son los síntomas y cuáles son los terapias posibles.

¿Qué es la tiña inguinal?
Según explica el portal sobre salud Mayo Clinic, la tiña inguinal, también conocida como tinea cruris, es una infección fúngica que afecta la piel de la región inguinal, es decir, la zona de la ingle y los muslos. Esta afección es causada por hongos dermatofitos que prosperan en ambientes cálidos y húmedos, lo que la convierte en una condición común entre personas que sudan mucho o que utilizan ropa ajustada.
Los síntomas de la tiña inguinal incluyen picazón, enrojecimiento y una erupción cutánea en forma de anillo, que puede extenderse a áreas cercanas. Aunque no es una enfermedad grave, es importante tratarla adecuadamente con antifúngicos para evitar complicaciones y la propagación de la infección a otras partes del cuerpo o a otras personas.
¿Cuáles son los síntomas de la tiña inguinal?
Los síntomas de la tiña inguinal incluyen una erupción que comienza en el pliegue de la ingle y se extiende hacia el muslo y los glúteos, con un centro que tiende a aclararse. La erupción puede tener forma de anillo, estar rodeada de pequeñas ampollas, causar picazón y presentar piel escamosa. Además, el color de la erupción puede variar entre rojo, marrón, púrpura o gris, dependiendo del tono de la piel.
¿Cómo saber si una persona tiene tiña inguinal?
El diagnóstico de tiña inguinal generalmente se realiza mediante la observación del sarpullido característico en la zona afectada. El médico evalúa la apariencia de la piel, buscando signos típicos de esta infección fúngica, como enrojecimiento, picazón y escamas.
Si el diagnóstico no es concluyente, el médico puede optar por tomar una muestra de piel de la zona afectada. Esta muestra se envía a un laboratorio para su análisis, donde se examina bajo un microscopio para confirmar la presencia de hongos, lo que ayuda a establecer un diagnóstico preciso.

¿Cómo tratar la tiña inguinal. tiña inguinal?
La tiña inguinal, una infección fúngica común en la zona de la ingle, puede tratarse eficazmente con medicamentos antimicóticos de venta libre. Es importante aplicar el ungüento, pomada o gel según las indicaciones del médico y continuar el tratamiento durante al menos una semana después de que la erupción haya desaparecido para asegurar que la infección se elimine por completo.
En casos más graves o si la erupción no mejora con los tratamientos de venta libre, es fundamental consultar a un médico. Este puede prescribir cremas, pomadas o incluso píldoras antimicóticas, o una combinación de estos, para abordar la infección de manera más efectiva.
Además, si el paciente presenta pie de atleta, es recomendable tratar ambas condiciones simultáneamente. Esto no solo ayuda a aliviar los síntomas, sino que también reduce el riesgo de recurrencia de cualquiera de las erupciones, promoviendo una recuperación más completa y rápida.
Tiña inguinal: posibles factores de riesgo
Los factores de riesgo para desarrollar tiña inguinal incluyen ser masculino, estar en la adolescencia o en la juventud, usar ropa ajustada, sudar en exceso, tener un sistema inmunitario comprometido y padecer pie de atleta. Estos elementos aumentan la probabilidad de infección por hongos en la zona inguinal.
Para finalizar, es aconsejable consultar con un especialista en salud ante cualquier duda o síntoma. La información médica puede ser compleja y es importante acudir a fuentes confiables para vitar la automedicación y basar las decisiones de tratamiento en evidencia clínica.