Pie equino varo: cuáles son los síntomas de esta patología y de qué forma se puede tratar
Conoce qué es el pie equino varo, cuáles son los síntomas y cómo puede tratarse.
Las patologías no transmisibles son la causa principal de muerte a nivel mundial, representando el 71% de los decesos anuales, según los datos compartidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para reducir las probabilidades de desarrollar alguno de estas enfermedades, los especialistas recomendaron reducir los posibles factores de riesgo. Por ese motivo, es necesario conocer qué es el pie equino varo, cuáles son los síntomas y cuáles son los terapias posibles.

¿Qué es el pie equino varo?
Según explica el portal sobre salud Mayo Clinic, el pie equino varo es una deformidad congénita del pie que se caracteriza por una posición anormal del mismo, donde el pie se encuentra girado hacia adentro y hacia abajo. Esta condición puede afectar uno o ambos pies y es más común en recién nacidos.
El tratamiento del pie equino varo generalmente incluye métodos no quirúrgicos, como la manipulación y el uso de yesos, aunque en casos más severos puede ser necesaria la cirugía. La detección temprana y el tratamiento adecuado son cruciales para mejorar la función y la apariencia del pie afectado.
¿Cuáles son los síntomas del pie equino varo?
Los síntomas de Pie equino varo son:
- La parte superior del pie suele estar doblada hacia abajo y hacia adentro, aumentando el arco y girando el talón hacia adentro.
- El pie puede estar tan torcido que se vea como si estuviera al revés.
- La pierna o el pie afectado puede ser ligeramente más corto.
- Los músculos de la pantorrilla en la pierna afectada generalmente están subdesarrollados.
A pesar de su aspecto, el pie zambo en sí no causa ninguna molestia o dolor.
¿Cómo saber si una persona tiene pie equino varo?
El diagnóstico del pie equino varo generalmente se realiza poco después del nacimiento, cuando el médico observa la forma y el posicionamiento del pie del recién nacido. En algunos casos, se puede solicitar una radiografía para evaluar la gravedad de la condición, aunque esto no suele ser necesario.
Además, es posible detectar el pie equino varo antes del nacimiento durante una ecografía de rutina en la semana 20 del embarazo. Aunque no se pueden tomar medidas para corregir el problema antes del nacimiento, conocer la condición permite a los padres informarse y consultar a especialistas como cirujanos ortopédicos pediátricos y asesores en genética.

¿Cuál es el mejor tratamiento para el pie equino varo?
El pie equino varo en recién nacidos se trata generalmente una o dos semanas después del nacimiento, aprovechando la flexibilidad de los huesos y articulaciones del bebé. El objetivo es mejorar la apariencia y funcionalidad del pie antes de que el niño comience a caminar, previniendo así discapacidades a largo plazo.
Una de las opciones más comunes es el método Ponseti, que incluye estiramientos y yesos. El médico reposiciona el pie del bebé y lo inmoviliza con un yeso, realizando cambios semanales durante varios meses. Al final del tratamiento, puede ser necesaria una cirugía menor para alargar el tendón de Aquiles.
Si el pie equino varo es severo o no responde a tratamientos no quirúrgicos, se puede requerir cirugía más invasiva. Después de la operación, el niño usará un yeso y un dispositivo de inmovilización para evitar que el pie regrese a su posición original. Aunque el pie equino varo puede no corregirse completamente, muchos bebés tratados a tiempo pueden llevar una vida activa y usar zapatos comunes al crecer.
Pie equino varo: posibles factores de riesgo
Los factores de riesgo para el pie equino varo incluyen antecedentes familiares, enfermedades congénitas, el entorno, como fumar durante el embarazo y líquido amniótico insuficiente. Además, se observa que los niños tienen el doble de probabilidades de tener pie zambo que las niñas.
Para finalizar, es necesario recordar que en caso de presentar alguno de los síntomas mencionados es aconsejable consultar con un profesional de la salud. La detección temprana es clave para un tratamiento eficaz y para prevenir complicaciones.