Pie de atleta: cuáles son los síntomas de esta patología y de qué forma se puede evitar
Descubre qué síntomas presenta el pie de atleta, cuáles son las posibles causas, cómo se aborda y las maneras de evitarlo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica en su portal web que las enfermedades no transmisibles son la principal causa de muerte y discapacidad en el mundo. Sin embargo, aseguran que muchas se pueden prevenir mediante la reducción de los factores de riesgo comunes.
Por ese motivo, conoce qué es el pie de atleta, cuáles son sus síntomas, cómo reducir los factores de riesgo y cuáles son los mejores tratamientos disponibles.

¿Qué es el pie de atleta?
Según explica el portal sobre salud Mayo Clinic, el "Pie de atleta", conocido médicamente como tinea pedis, es una infección fúngica que afecta la piel de los pies, especialmente entre los dedos. Esta afección es causada por hongos dermatofitos que prosperan en ambientes cálidos y húmedos, como los vestuarios y las duchas públicas. Los síntomas incluyen picazón, enrojecimiento, descamación y, en algunos casos, ampollas.
La infección es más común en personas que usan calzado cerrado durante largos períodos o que tienen una higiene inadecuada. Aunque no suele ser grave, el "Pie de atleta" puede ser incómodo y, si no se trata, puede propagarse a otras áreas del cuerpo o a otras personas. El tratamiento generalmente incluye cremas antifúngicas y medidas de prevención, como mantener los pies secos y limpios.
¿Cuáles son los síntomas del pie de atleta?
El pie de atleta puede presentar varios síntomas, que incluyen:
- Piel escamosa, agrietada o que se descama entre los dedos de los pies.
- Picazón, especialmente después de quitarse los zapatos y calcetines.
- Inflamación de la piel que puede aparecer rojiza, violácea o grisácea.
- Sensación de ardor o escozor.
- Ampollas.
- Piel seca y escamosa en la planta del pie que puede extenderse hacia los lados.
Es importante consultar a un médico si los síntomas no mejoran tras dos semanas de tratamiento con un antimicótico de venta libre, o si se tienen condiciones como diabetes o signos de infección.
¿Cómo saber si una persona tiene pie de atleta?
El diagnóstico del pie de atleta generalmente se realiza mediante una simple inspección visual por parte del médico, quien puede identificar características típicas de la afección, como piel seca o dermatitis. Esta evaluación inicial permite al profesional de la salud reconocer los signos evidentes de la infección fúngica.
Para confirmar el diagnóstico y descartar otras posibles condiciones de la piel, el médico puede optar por tomar una muestra de piel de la zona afectada. Esta muestra se enviará a un laboratorio para su análisis, lo que proporciona información adicional y asegura un tratamiento adecuado para el paciente.

¿Cómo tratar el pie de atleta?
El pie de atleta es una infección fúngica que puede ser tratada y prevenido con medidas adecuadas. Para comenzar, es fundamental mantener los pies limpios y secos, ya que los hongos prosperan en ambientes húmedos. Utilizar calzado transpirable y cambiar los calcetines regularmente también ayuda a reducir la humedad y prevenir la proliferación de hongos.
Si ya has desarrollado pie de atleta y los tratamientos de venta libre no son efectivos, es recomendable consultar a un médico. Este profesional puede prescribir cremas o ungüentos con una concentración más alta de antifúngicos, como clotrimazol o ciclopirox, que son más potentes y pueden ofrecer un alivio más rápido. En casos más severos, el médico podría recetar medicamentos antimicóticos orales.
Además de los tratamientos médicos, es importante adoptar hábitos de cuidado personal para evitar la reinfección. Evitar caminar descalzo en lugares públicos, como piscinas o vestuarios y usar sandalias en estos espacios puede ser una buena estrategia. También es aconsejable desinfectar el calzado y los espacios donde se pasan largos períodos de tiempo para eliminar cualquier rastro de hongos.
Pie de atleta: posibles factores de riesgo
Los factores de riesgo para desarrollar pie de atleta incluyen el uso frecuente de calzado cerrado, la sudoración intensa, el compartir superficies o prendas con personas infectadas y caminar descalzo en lugares públicos como vestidores, saunas y piscinas, donde la infección fúngica puede propagarse fácilmente.
Para concluir, es importante recordar que si se manifiesta alguno de los síntomas mencionados, es recomendable consultar a un profesional de la salud, ya que la detección temprana es clave para un tratamiento eficaz y para prevenir posibles complicaciones.