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El olfato es esencial para entender el entorno que nos rodea. A través de los millones de receptores olfativos en nuestra nariz, podemos identificar alimentos, alertarnos sobre peligros y evocar recuerdos emocionales. Además, puede indicar problemas de salud o incluso la proximidad de la muerte en las personas mayores.

Una encuesta de la revista The Atlantic en 2015 reveló que el olfato es el sentido que la mayoría de la gente sacrificaría primero si se viera obligada a hacerlo. Esto refleja una falta de aprecio por este sentido, evidenciado por la escasa investigación dedicada a él en comparación con la vista y el oído.

A pesar de esto, el olfato es extraordinariamente poderoso, con una capacidad para detectar una vasta gama de olores que supera a la de los otros sentidos.

Un estudio publicado en la revista Science en 2014 demostró que podemos reconocer alrededor de un billón de olores, destacando la importancia y la complejidad de nuestro sentido del olfato.

El olfato y su relación con la muerte

En Europa, 82 millones de personas padecen algún tipo de trastorno del olfato, de los cuales 7,7 millones son españoles. Datos del estudio Olfacat, el primer gran estudio europeo sobre trastornos del olfato realizado hace una década, revelan que el 19,4% de ellos tiene problemas para detectar olores, mientras que el 20% sufre de anosmia total o hiposmia parcial.

Asimismo, el 56% experimenta dificultades para reconocer, memorizar o recordar olores, y el 50,7% carece de la capacidad para identificarlos.

La incapacidad para detectar ciertos olores puede ser un signo temprano de mortalidad en adultos mayores, según un estudio de la Universidad de Chicago publicado en la revista PLOS ONE en 2014. Esta investigación, liderada por Jayant Pinto, evaluó a 3000 personas de entre 57 y 85 años, midiendo su habilidad para identificar cinco olores: menta, pescado, naranja, rosa y cuero.

Los resultados fueron contundentes: el 39% de los participantes mayores, aquellos que no pudieron identificar todos los aromas, mostraron una mayor propensión a fallecer cinco años después.

Según Pinto, "la pérdida del sentido del olfato es como el canario en una mina de carbón. Su disminución no causa directamente la muerte, pero sirve como una señal de alerta temprana. Nuestro trabajo podría proporcionar una prueba clínica útil, una forma rápida y económica de identificar a los pacientes con mayor riesgo de fallecer".

Tres curiosidades sobre el olfato

  • El marketing olfativo

ha ganado popularidad en los últimos años como una estrategia empresarial para influir en las emociones y comportamientos de los clientes y empleados.

Aunque los niños aprenden sobre los colores y sonidos desde temprana edad, rara vez se les enseña a describir olores, lo que lleva a que subestimemos este sentido.

Sin embargo, los recuerdos asociados con el olfato son poderosos y evocativos, y los científicos creen que esto se debe a cómo el cerebro procesa las experiencias emocionales relacionadas con los olores.

Este fenómeno ha llevado a un creciente interés en el marketing olfativo, donde empresas utilizan aromas específicos para crear una experiencia sensorial única y fortalecer su identidad corporativa.

  • A qué huele el espacio y el más allá

¿Alguna vez te has preguntado a qué huele el espacio? A pesar de la potencia de un aroma, es difícil, por no decir imposible, definirlo. Por ejemplo, ¿cómo describirías el aroma de las rosas? Normalmente lo hacemos comparando.

Los astronautas, al regresar de una caminata espacial y quitarse el casco, describen el olor del espacio de varias formas: como un olor acre y metálico, a pólvora quemada, a carne quemada, o como lo expresó Buzz Aldrin de manera gráfica, "como echar agua a un tronco medio apagado de una chimenea".

El proceso de cómo percibimos los olores no está completamente comprendido, y conocemos los pasos a grandes rasgos. Comienza cuando las moléculas aromáticas ingresan por la nariz y alcanzan la mucosa olfativa, donde esperan entre 20 y 30 millones de células olfativas cubiertas de receptores olfativos.

Estos receptores transmiten la información al cerebro en forma de señales eléctricas. Primero, la información pasa por el sistema límbico y el hipotálamo, áreas responsables de nuestras emociones y relacionadas con la memoria. Luego, parte de la información llega a la corteza cerebral, donde se reconoce e identifica el olor.

  • Los aromas son complejos


La complejidad de los aromas es notable. Los olores son difíciles de desentrañar y entender. Por ejemplo, un plátano contiene 300 sustancias aromáticas, los tomates 400, y el café no menos de 600. Determinar cómo contribuye cada una a formar un aroma es un desafío.

La construcción de un aroma es sumamente compleja, incluso en su nivel más básico. Sorprende cómo ciertas mezclas logran ciertos aromas. Por ejemplo, para crear el olor a piña, se mezcla isobutirato de etilo con su aroma afrutado, alfa-ionona, que aporta el olor característico de las violetas, y etil maltol, que desprende una fragancia agradable a caramelo en disolución.

Además, los receptores olfativos no funcionan igual en todos nosotros. Con más de 900,000 variaciones entre los 400 genes que gobiernan los receptores de la nariz, los olores pueden ser percibidos de manera diferente por cada individuo. Por eso, un mismo olor puede atraer a una persona y repeler a otra.