El negocio que puso el foco en un accesorio de moda

Hardem dio sus primeros pasos en 2015, tras un período de idas y vueltas acerca de la elección del nombre, el logo y el concepto de marca que sus fundadores, Nicolás Schirmer, Javier Santaliz y Carlos Sánchez, querían definir. Una vez que se sintieron a gusto con estos detalles, registraron la marca y a fin de 2016, estaban lanzando su primera colección de gafas de sol y anteojos de lectura que les demandó una inversión inicial de $ 360.000.

"Detectamos en el sector dos atractivos: el clasicismo de la industria y que los anteojos dejaron de ser un objeto técnico para convertirse en un accesorio fashion", precisa Schirmer.

Además de enfocarse en la cuestión estética, los productos de la firma, que en 2018 facturó $ 1,3 millón, hacen hincapié en los detalles. "No solo cuidamos el aspecto técnico del lente, sino también el packaging:diseñamos un estuche que se pliega cada vez que se retiran los anteojos. E incluimos un téster de polarizado, una franela de microfibra, la garantía y un pasaporte que incluye la historia de la marca y recomendaciones de cuidado", cuenta Schirmer.

Todos los anteojos de sol contienen protección 100% UV. "Los lentes polarizados contienen un filtro que bloquea la luz reflejada logrando una visión sin reflejos con un color y contraste natural. En todos los modelos se emplea materia prima Metal, TR90 o Grilamid de primera calidad. Este material aporta cualidades como liviandad, resistencia a golpes y oscilaciones de temperatura", revelan.

Para obtener este tipo de productos, sus fundadores tuvieron que sortear varios obstáculos a nivel de producción. "Nos costó encontrar la fábrica adecuada que nos fabrique el producto que teníamos en mente y que además se convirtiera en un socio estratégico. En cuanto a producción, nos encontramos ante instancias de aprendizaje. En un principio, produjimos en el exterior, primero en Vietnam y luego en China, y después de esas dos primeras colecciones, decidimos producir en la Argentina, lo cual terminó siendo doblemente positivo ya que además de tener cercanía a la fábrica, también impulsamos una industria local en desarrollo", relata Santaliz.

No todo es color de rosa. "Somos parte de un contexto económico cambiante y debemos tomar buenas decisiones para no perjudicar financieramente a la empresa", dice Schirmer, uno de los responsables de este emprendimiento que fabrica mensualmente 200 pares de anteojos y que este año prevé facturar $ 4 millones.

Recientemente presentaron su primera colección 2019 con un evento en el que participaron ópticos, periodistas e influencers, tres públicos claves que contribuyen a la llegada con los consumidores. "Instagram es un canal que nos resulta muy eficiente, por eso seguiremos invirtiendo en redes sociales con pauta y también con influencers", amplía la dupla.

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