

Por supuesto mi mirada sobre Evita, no será neutral. Desde este lugar surge esta invitación a reflexionar juntos sobre los aspectos que me parecen estructurales sobre su figura: la militante, la transformadora social y la joven. Y quiero hacerlo hoy, el día que la recordamos conmovidos, a 60 años de su fallecimiento.
En una época muy distinta a la actual, donde todo era más lento y al poder llegaban los hombres de más de 50 años, me resulta necesario recordar su juventud. Su aparición fue como un huracán que levantó por el aire cientos de prejuicios, con fuerza revolucionaria, transformadora e irreverente. Además de joven, era mujer y actriz. Así adoptó como propia la causa de los desposeídos, sin ocupar cargos públicos, enfrentando críticas despiadadas e irrespetuosas. Y para completar el cuadro, apenas siete años transcurrieron entre su irrupción en la vida pública y su muerte. Por eso no es exagerado decir que nadie más volvió a ofrecer y construir tanto en tan poco tiempo y siendo tan joven.
La transformadora social que en ella anidaba, se desplegó asombrosamente, y aunque eligió a los desposeídos, a los trabajadores y a los niños, alguno de sus triunfos más importantes fueron por igual para quienes la amaban y para quienes la odiaban.
La ley 13.010 de Voto Femenino promulgada en setiembre de 1947 otorgó a todas las mujeres los mismos derechos políticos que ya tenían los hombres. Fue el corolario de otras batallas de otras mujeres de otros tiempos, como ella misma lo dijo al recibir el texto de manos del Poder Ejecutivo: Aquí está hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas.
Esa transformadora social fue junto al general Perón, arquitecta de la Patria. Con él inauguró decenas de escuelas y talleres-escuela, centros de recreación y educación física para niños y jóvenes, hospitales (algunos de los mejores en su especialidad), programas de salud, guarderías, campeonatos deportivos. La presencia de Evita era enorme y sobrevolaba cada rincón. Decía ella entonces que el peronismo no se aprende ni se proclama. Se comprende y se siente(..) Peronismo es la fe popular hecha un partido, en torno a una causa de esperanza que faltaba en la patria.
Organizó a las mujeres en el partido peronista femenino, articuló con la CGT, armó la Fundación que llevó su nombre y monitoreó personalmente un monumental programa de ayuda y promoción social en todo el país que, entre otras cosas, garantizó oportunidades iguales para todos. Atendía personalmente demandas sociales de cualquier naturaleza. Sé que hay quienes todavía guardan notas firmadas de puño y letra otorgándoles algún beneficio o confirmando alguna conquista.
Toda la pasión militante de Evita estuvo al servicio de la construcción de esa Patria para todos. Fue polémica, apasionada, valiente. Para ella la política y las acciones del gobierno debían estar teñidas de un carácter social y humano. Eran un compromiso cotidiano con los humildes y los trabajadores, los niños y los descamisados, quienes para ella eran no objetos de caridad sino SUJETOS DE JUSTICIA y DERECHOS y me parece que ahí está una de las claves que explican su inmensidad. Evita fue el canal a través del cual la sed de justicia de nuestro pueblo se tornó realidad efectiva.
La vida de Evita es larguísima. Aunque pasó a la inmortalidad el 26 de julio de 1952 a las 20:25, la memoria emotiva e histórica son imbatibles.
Pero más allá de los datos históricos sobre su existencia el imaginario popular construyó sus propias crónicas. Y muy pronto empezó a verla como una militante incansable, una luchadora, y también como una joven mujer grandiosa que entregó su vida por la causa de cada uno de los excluidos.










