Los procesos de innovación en una economía son a menudo liderados por emprendedores capaces de visualizar nuevas demandas, encontrar aplicaciones de mercado a nuevas tecnologías y coordinar eficientemente el uso de distintos factores de producción al interior de las organizaciones. Esta actividad emprendedora se ve plasmada en el nacimiento de empresas, las más exitosas de las cuales crecen a ritmo acelerado pasando de pequeñas unidades productivas a firmas medianas y grandes que venden productos en diversos mercados internos y externos.

Por ello, un síntoma del nivel de productividad de la economía, que refleja en parte la actividad emprendedora, es la distribución de las firmas según su tamaño. Un contraste importante entre América Latina y las naciones más desarrolladas es el hecho de que, en la región, existe una proporción relativamente baja de empresas grandes y también medianas y, en cambio, una abrumadora fracción de firmas pequeñas y sobre todo microempresas (menos de cinco empleados), donde se concentra una parte significativa del empleo total.

En la Encuesta 2012 de CAF banco de desarrollo de América Latina en 17 ciudades de 9 países de la región encontramos que alrededor del 75% de los microempresarios son en realidad emprendedores por necesidad, que suelen estar menos formados y provenir de ambientes socioeconómicos más relegados que los trabajadores asalariados formales. Si bien estas cifras indican que las microempresas serían un refugio ante el desempleo, también dejan ver que alrededor de un cuarto de los microempresarios de la región sí tendrían potencial para crecer. Para ellos, la liberación de las restricciones de financiamiento y el apoyo para mejorar sus prácticas empresariales podrían ser motores fundamentales para un mejor desempeño y la consecuente creación de nuevos puestos de trabajo.

La experiencia laboral previa también es un elemento que influye en la gestación y características de los emprendimientos. La Encuesta reveló que más del 30% de los emprendedores de las principales ciudades de la región nacen a partir de un spin-off, esto es, por la capitalización de ideas, recursos y conocimientos o contactos obtenidos desde otra organización productiva. Además, los emprendimientos nacidos bajo esta modalidad muestran una mayor tasa de crecimiento.

Para que la actividad emprendedora, esto es, la creación de nuevos negocios, sea una verdadera fuente de aumentos de productividad e ingreso se requiere, por un lado, apoyar a aquellos emprendedores potencialmente transformadores, y por el otro, favorecer el traslado de aquellos con menos potencial hacia posiciones asalariadas. Por ello, las políticas públicas que buscan impulsar el emprendimiento deben tener un enfoque multidimensional e integrar aspectos ligados al desarrollo del talento empresarial, la promoción de la innovación, el acceso al financiamiento y la capacitación de la mano de obra.