Ahora Chrome es alto, simpático y el más lindo de la fiesta. Con más de 750 millones de usuarios, el navegador Web de Google escaló al primer puesto de los más usados, superando a sus rivales Explorer, de Microsoft, y al Firefox, de la Fundación Mozilla. Bien lejos se ubican el Safari (de Apple) y el Opera. De diseño minimalista al extremo, Chrome supo hacerse un lugar a fuerza de su rapidez y simpleza. Y con el irremplazable empuje aportado por Google, claro. Su versión estable para Windows fue lanzada al público en diciembre de 2008 y, un año y medio después, para quienes usamos Apple. Desde aquel entonces el browser no dejó de crecer.

Otra de las ventajas que resultó clave en su expansión es que Chrome permite loguearse con el mismo usuario que usamos para los otros productos de Google: Gmail, YouTube, Drive, etc. De esta manera, gracias a la nube, podemos sincronizar nuestros sitios favoritos, historial y configuraciones desde cualquier computadora que tenga instalado el navegador.

El soft gratuito es también el más usado para las tablets y los móviles que funcionan con el sistema operativo Android, también propiedad de Google. Y por supuesto, tiene una versión para el iPhone y el iPad de Apple. Esto le aportó al navegador una ventaja competitiva crucial, en estas épocas donde los dispositivos móviles crecen sin freno. Según cifras de la empresa, las búsquedas móviles crecieron cuatro veces desde 2010 y el 81% de la actividad con el dispositivo móvil está dedicado a navegar por Internet.

Pero no todas son buenas noticias para Google. La empresa norteamericana es acusada constantemente por no respetar la privacidad de los usuarios. El Chrome, salvo que cambiemos nosotros mismos la configuración, usa la información que generamos mientras navegamos: sitios visitados, tiempo de permanencia, dónde hacemos click, qué buscamos, dónde estamos físicamente, etc. Con esos datos Google optimiza los avisos publicitarios. La palabra monopolio, que tantos dolores de cabeza le provocó a Microsoft hace una década, comienza a rondar en torno al gigante de Silicon Valley.

Chrome goza el éxito de ser el número uno, pero sería una gran torpeza que se duerma en los laureles. El mercado de los browser es muy volátil y en muy pocos meses puede cambiar. Si lo sabrá Marc Andreessen, que tenía 23 años en 1994 cuando lanzó su recordado Netscape. Aquella empresa, emblema de la primer burbuja punto com, pasó de tener tres empleados a tres mil en apenas tres años. Así le fue. Al año de vida y sin demostrar ganancias sólidas, Netscape salió a la bolsa en Wall Street y los que tenían acciones se hicieron millonarios en pocos días. Pero Andreesen cometió un error de cálculo en su ruta hacia el poder: se cruzó en el camino de un despiadado Bill Gates, quien no dudó en presionar con fuerza (y violencia) a los fabricantes de PC (Dell, HP, Compaq, etc) para que estos instalen por defecto en el Windows el navegador Explorer, fabricado por Microsoft. Así, en pocos meses, la mayoría de los usuarios del mundo navegaban con la E azul.

Muchos años después tenemos una Web diferente y no está Bill Gates. Pero la historia, siempre es caprichosa y suele repetirse. Explorer se hunde por culpa de las estrategias expansionistas de Google. ¿Podrá alguien destronar a Chrome?