

¿Ovejas en la Patagonia? No,ahora el territorio es para pumas y guanacos. ¿Producción de arroz en Iberá, Corrientes? No, ahora se "producen" yaguaretés y osos hormiguero.
El cambio lo logró Rewilding, la fundación que reconoce su origen en la visión -y la acción- de los filántropos y ambientalistas Douglas y Kris Tompkins y que se propone restaurar ecosistemas naturales degradados y faltos de fauna autóctona. Los transforma, volviéndolos completos, funcionales y autosustentables y logra que se mantengan con la mínima intervención humana posible.
También modifica la actividad productiva de la zona, haciéndola más rentable para sus habitantes y funcional al ecosistema restaurado.
Un ecosistema completo es aquel donde están presentes las especies clave que lo habitaron en tiempos históricos. Para que sea funcional estas especies deben cumplir su rol ecológico de equilibrarlo, determinando la distribución y la abundancia de otras especies.
"Por ejemplo, la presencia de un depredador como el puma afecta la distribución de guanacos porque se alimenta de ellos y determina la abundancia o no de la vegetación que consume el guanaco, regulando el ecosistema de arriba hacia abajo", explican en la fundación.
El rewilding como estrategia de conservacionismo activo reintroduce especies con roles ecológicos destacados como el yaguareté, en territorios como Iberá, Corrientes o en el Impenetrable, Chaco.
"Cuando estas especies desaparecen los ecosistemas se degradan y comienzan a funcionar mal: recrudecen las crisis ambientales, el cambio climático, la pérdida de especies y aparecen pandemias", explica Sebastián Di Martino, director de Conservación de Rewilding.
Las condiciones necesarias para esta restauración son contar con un gran territorio, requerido por estas especies y cambiar el modelo de producción tradicional de la zona -ganadería o explotación forestal, por ejemplo- por uno económicamente más redituable para las poblaciones del lugar y funcional al rewilding, como el turismo de naturaleza basado en la observación de fauna autóctona.
CASOS DE ÉXITO
Con esta estrategia la fundación logró crear grandes parques como Iberá, Impenetrable o Patagonia. "No es fácil conseguir el apoyo social ni traer de vuelta a estas especies", reconoce Di Martino.
"Hay que construir un gran consenso social, que se transforme en apoyo político. Lo logramos con el modelo de producción de naturaleza, que propone cambiar las economías de estas regiones. No podíamos traer de vuelta el yaguareté a Iberá si la principal economía de la zona era la ganadería: la actividad económica debe depender de la existencia del parque y de la fauna silvestre", dice el especialista.
El tipo de turismo que se requiere para que el modelo funcione es "el de naturaleza basado en la observación de fauna; no el de paisajes", explica.
El modelo de producción de naturaleza que lleva a cabo Rewilding contempla la compra de grandes extensiones de tierras, la restauración de la naturaleza trayendo de vuelta a las grandes especies que habitaban la zona y la construcción de infraestructura de uso público -senderos, refugios, campings- que pueda servir para el desarrollo económico local, a través de la explotación turística de naturaleza.
Iberá, el proyecto más grande de todo el continente
Iberá, el primer proyecto que realizaron, ya está maduro en su desarrollo y es el proyecto de rewilding más grande del continente.
"El cambio de modelo económico fue clave. Colonia Carlos Pellegrini, por ejemplo, tenía un gran éxodo rural que se revirtió: el futuro laboral para los jóvenes era ser empleados públicos o de una firma ganadera. Hoy muchos emprendedores tienen posadas y brindan servicios a los turistas", cuenta.
En Sudáfrica, cuyo modelo conservacionista sigue Rewilding, un campo convertido en parque "productor de naturaleza" dedicado al turismo genera 2,7 veces más empleo que si se destinara a la producción ganadera. "En este caso la pro- ducción de naturaleza también involucra territorios privados", diferencia el especialista.
Las zonas con potencialidad para desarrollar este modelo son aquellas donde la producción de naturaleza pueda competir con producciones alternativas: áreas marginales y poco eficientes para la producción agropecuaria tradicional.
Así ocurre en Iberá, donde producir vida silvestre genera más ingresos que la ganadería, a la vez que permite una mejor distribución del ingreso que deja de estar concentrado en unas pocas firmas que manejan grandes extensiones de tierra.
Los proyectos deben volverse sostenibles en el tiempo, lo que se logra cuando el Estado asume la gestión del parque creado; se verifica el desarrollo de obra pública en las comunidades que potencia las inversiones realizadas; las especies clave presentan poblaciones sobre las que ya no hay que intervenir y los emprendedores locales realizan inversiones genuinas en sus emprendimientos. Cumplidos estos objetivos, la fundación se retira del territorio.
Actualmente trabajan en Chubut al norte de Comodoro Rivadavia, en el proyecto Patagonia Azul; en Santa Cruz, en el Parque Patagonia; en el Parque Impenetrable, Chaco; en el Parque Nacional Aconquija, Tucumán y en la selva salteña.
Cada proyecto no solo comprende rewilding sino también la creación del parque y el desarrollo de economías locales restaurativas e insume aproximadamente entre 1 y 1,5 millones de dólares anuales.
La fundación, cuya actividad se financia gracias a filántropos, ya compró y donó unas 400.000 hectáreas, con un valor estimado de u$s 91 millones, que sirvieron para crear y ampliar seis parques nacionales, una reserva nacional y dos parques provinciales.
Junto a 100.000 hectáreas más en proceso de donación, estas tierras son un poco más 10% del área terrestre total actualmente administrada por la Administración de Parques Nacionales.












