Oficialmente, fue el 16 de diciembre de 1987. Amistoso en Vélez contra Alemania: 1 a 0, con gol de Jorge Luis Burruchaga, justo homenaje a la final de casi un año y medio antes en el estadio Azteca. Al margen de la estadística, hay que remontarse a la noche del 22 de julio de 1989. Recién aterrizado de Brasil, donde había finalizado tercero en la Copa América, el plantel que dirigía Carlos Bilardo y lideraba Diego Maradona volvió a presentarse en el verde césped del Amalfitani. Esta vez, con camiseta albiceleste pero no confeccionada por la empresa que en ese momento no era su proveedor, sin el escudo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y con la marca de una automotriz en el pecho, para enfrentar a un combinado de jugadores del campeonato local cuyo volante central era un Carlos Saúl Menem que transitaba sus primeros 15 días en la Presidencia de la Nación.
Se tome uno u otro antecedente, lo concreto es que habrán pasado más de tres décadas para que el público argentino vea a su Selección Campeona del Mundo jugar en su país. Así será desde hoy, a las 20.30, cuando La Scaloneta enfrente a Panamá. Las más de 2 millones de personas que intentaron comprar su entrada a través de la plataforma Deportick fueron noticia y dieron testimonio de la locura por presenciar el estreno de la tercera. En algo más de dos horas, agotaron las 63.361 entradas puestas a la venta. Estarán en la "Fiesta de los Campeones", como se bautizó al evento, cuya realización y comercialización corrió por cuenta exclusiva de la AFA, pese a los contratos de larga data que la unen con organizadores de partidos internacionales, como el agente FIFA World Eleven.
Parafraseando a la película post Mundial de 1978, no será "la Fiesta de Todos". Por la cantidad de gente que quedó afuera. También, por lo que vivieron algunos sponsors oficiales de la Selección.
Tras sus recientes reformas, el estadio de Núñez tiene 83.213 ubicaciones. Eso significa que hubo unas 20.000 entradas que no salieron a la venta. "Protocolo y sponsors", la explicación rápidamente difundida en los medios. Sin embargo, para este partido, los "hinchas oficiales" de la Selección habrían recibido no más de 1000 tickets, según fuentes al tanto de la situación. En varios casos, tuvieron que conformarse con un número muy por debajo del que, incluso, les correspondía por contrato.
Entre sponsors globales, locales, regionales, digitales, proveedores y otros tipos de partners, el programa de patrocinios de la AFA hoy muestra a 42 marcas. Así como la elección de los sparrings -Panamá, que presentará suplentes, y la amateur Curazao- despertó críticas, también lo hizo la gestión del evento, que forzó a desvestir santos para ornamentar a otros.
"Recibimos todo lo que nos correspondía. Pero no somos un sponsor cualquiera", reconocen en una empresa cuyo contrato deja decenas de millones de dólares anuales en las arcas de Viamonte 1366. Contrasta fuerte con el caso de una firma, presente en la indumentaria oficial de la Selección, que, por sus dimensiones, suele llenar sectores de plateas en cada partido. "Nos dieron muy pocas. A punto tal que, esta vez, no tuvimos ni una para sortear entre los empleados", dicen, en relación a una práctica que era habitual ante cada partido de la Selección.
Una marca de consumo masivo recibió la cantidad exacta, mínima, que le correspondía: un número de sólo dos cifras, mucho más cerca de cero que de 100. Pero, a diferencia de otras oportunidades, no se le habilitó acceso a un canal corporativo para comprar adicionales. "Con nosotros cumplieron porque el número comprometido no era grande", especulan en esa empresa, que quería invitar a influencers y stake-holders. Optó por silbar bajito y destinar los tickets a una acción de fidelización interna con empleados.
Lo mismo -recibir la cantidad exacta pero ni una más- habría ocurrido en el delivery a otra compañía, ubicada en la misma categoría de la grilla. El problema son los sponsors a los que, por la inversión de sus contratos, les corresponden volúmenes mayores. "Fue desprolijo y caótico", se sinceran en otra compañía, parada un escalón más arriba en el programa de patrocinios y que ya renovó su convenio con AFA hasta el fin del Mundial de 2026. Recibió un número de, por lo menos, el triple que la otra empresa, pese a que le tocaban más. "Quisimos comprar porque no llegábamos a los tickets del contrato. No pudimos", agregan.
Si un DT deja heridos cuando define la lista de jugadores para un Mundial, se cuenta que la AFA también debió elegir. Habría priorizado satisfacer a sponsors de mayor peso económico o político, según el caso. Para darle a unos, les sacó a otros. En tal sentido, se menciona como gran perjudicada una empresa cuyo vínculo comercial con la Selección, si bien fue histórico, perdió efervescencia en los últimos años. A esta firma, le habría sido más fácil llevar hinchas caracterizados a Qatar que conseguir más butacas para el amistoso contra el equipo muletto de Panamá.
Consultada, la empresa lo niega. Su filosofía corporativa es ver el vaso medio lleno. Siempre.