En los papeles, un partido de Mundial donde los dos equipos no tienen posibilidades de clasificar resulta un partido poco atractivo para los espectadores, pero lo interesante es analizar las diferentes situaciones de los dos seleccionados que jugarán mañana.

La diferencia entre ambos seleccionados es abismal. Inglaterra es un equipo hiperprofesional de un presupuesto millonario, una potencia a nivel Mundial, un rival de otra categoría para la amateur Uruguay. Sin embargo los dos luchan para cerrar el Mundial de la mejor manera posible pero sabiendo que ya no tienen chances de acceder a la siguiente fase.

Cómo se prepararon, qué objetivos se habían planteado y cómo los dos terminaron de la misma manera.

Inglaterra organizó y se preparó para ganar el Mundial. Sin duda el objetivo y la ilusión era jugar la final el 31 de octubre en Twickenham frente a los All Blacks y levantar su segundo trofeo Webb Ellis, luego de Australia 2003, esta vez con su público. Para eso se preparó e invirtió millones. El rugby inglés es el que más presupuesto dispone y el que más jugadores tiene en el mundo. Por eso el impacto es doble. El seleccionado de la rosa es potencia en este deporte y tenía antecedentes para ilusionarse pero no sobrevivió al “Grupo de la Muerte” y luego de las resonantes derrotas ante Gales y Australia quedó fuera de la pelea. Por primera vez, el equipo que alberga la competencia más importante del rugby se quedó afuera en la primera rueda.



Twickenham, escenario de alguna de las hazañas más grandes del seleccionado inglés, hoy es la cara de la peor derrota de su historia.

¿Cómo fue su preparación? Con la Copa William Webb Ellis en su casa, Inglaterra, el inventor de este juego, preparó todo para ganarla, y empezó desde cero después del fracaso en Nueva Zelanda 2011, cuando bajo la conducción del capitán de 2003, Martin Johnson, el equipo no sólo fue vapuleado por Francia en los cuartos de final, sino que provocó un escándalo tras otro fuera de la cancha. En ese camino, designó a Lancaster, quien venía trabajando con los seleccionados B y se nombró capitán a un joven como Robshaw. Inglaterra armó también un sistema de juego y si bien fue competitivo de nuevo, quedó segunda en los tres últimos Seis Naciones y perdió seguido con los tres poderosos del Sur.

Uruguay es todo lo contrario. Esta es su tercera participación en Mundiales. El seleccionado charrúa (19° del ranking IRB) es el más amateur de la competencia, con sólo cuatro jugadores profesionales. El plantel está compuesto en su mayoría por trabajadores y estudiantes. Además es el único equipo sin jugadores con experiencia mundialista. De su última participación, en Australia 2003, sólo sobrevive Pablo Lemoine, ahora como entrenador.

En este Mundial le tocó enfrentar a cuatro de los ocho mejores equipos del ranking (Gales, Australia, Fiji e Inglaterra), toda una rareza para Uruguay. Sin competencia internacional ni participación el circuito de las ventanas internaciones de junio y noviembre, la celeste no está acostumbrada a jugar a este nivel. En todo su historial sólo ha jugado 50 caps contra rivales del Tier One, de los cuales más de 40 han sido contra el seleccionado argentino. Todas fueron derrotas. Una ventaja demasiado grande para este nivel.

Uruguay hoy cuenta con unos 15.000 chicos jugando al rugby. Se mantiene gracias a un plan de alto rendimiento con 36 jugadores viaticados y el apoyo económico de World rugby, empresas privadas y el gobierno nacional.

¿Cómo fue su reparación?

El largo camino de Uruguay hacia Inglaterra 2015 incluyó dos victorias en el Sudamericano 2013, dos partidos ante Estados Unidos en el repechaje continental (un empate y una caída), una victoria ante Hong Kong en la primera rueda del repechaje y un tremendo duelo ida y vuelta contra rusia, que definió el 20° participante con una victoria 36-27 en el estadio charrúa de Montevideo.

Desde que lograron la clasificación al Mundial un año atrás, reparten su tiempo entre el rugby y el trabajo o el estudio para aumentar el nivel de entrenamientos.

Otra gran diferencia entre ambos radica en sus estadios. Mientras que Inglaterra hace de local en el imponente Twickenham, con capacidad para 82.000 personas, escenario de la historia misma del rugby y renovado especialmente para esta Copa, la Unión de rugby de Uruguay adquirió el estadio charrúa en 2012, con capacidad para 14.000 espectadores.

Las diferencias quedaran de lado cuando mañana salgan los 30 jugadores a la cancha. Dos seleccionados que se prepararon con distintos objetivos pero que terminan la competencia de la misma forma.