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Comencemos por el inicio. Según la Real Academia Española en su diccionario de la lengua española, se define al "chisme" como "Noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna" y quien, por lo tanto, a quien incurre en el chisme, se le conoce como "chismoso", o sea, "que chismea o es dado a chismear".

El chisme no es nuevo, no es un invento del siglo XIX, ni una tendencia que surgió con Internet y las redes sociales. No, desde que el mundo es mundo el chisme ha estado presente. Contar un chisme o querer saber más de él puede, desde una mirada neurocientífica, liberar hormonas como la oxitocina, dopamina y endorfinas, todas ellas relacionadas con el placer y la recompensa, algo que a los seres humanos tanto nos gusta. El chisme, en una metáfora simple, es como el néctar para las abejas o la luz para los mosquitos, tarde que temprano se cae en él.

La cara oculta del chisme: la psicología y el chisme

"El chisme cumple una función social al crear vínculos estrechos y hacer cumplir las normas del lugar de trabajo", Indica el estudio "Efectos de los chismes en el trabajo sobre la salud mental de los empleados: un modelo de mediación moderada del capital psicológico y la experiencia laboral de desarrollo", de los NIH.

La ciencia, la neurociencia y la psicología a nivel general ha hecho del chisme un objeto de estudio social, revelando así una cara oculta que pocos saben. Diversas fuentes en Internet sobre este tema indican que detrás de una persona chismosa hay carencias psicológicas importantes.

  • Falta de control y autocontrol
  • Necesidad de validación de terceros
  • Carencias emocionales
  • Problemas para establecer vínculos reales
  • Desatención propia

¿El chisme alivia tensiones?

Los investigadores de los NIH, por ejemplo, aclaran que no todos los chismes son dañinos. De hecho, "participar en chismes positivos en el lugar de trabajo está correlacionado positivamente con la salud mental del chismoso", ya que aporta señales sociales afirmativas que fortalecen el bienestar.

En contraste, los chismes negativos sí generan un efecto adverso. El estudio advierte que "los participantes de chismes negativos en el trabajo reciben señales sociales negativas de información perjudicial", lo que puede traducirse en mayor tensión laboral, estrés y un menor bienestar psicológico dentro de la organización.

Los NIIH también resaltan que los chismes cumplen "una función social al crear vínculos estrechos y hacer cumplir las normas del lugar de trabajo". Es decir, aunque desgastan recursos psicológicos, también pueden aliviar tensiones al proveer apoyo social informal.

Cómo influye el chisme en la resiliencia y el optimismo

El estudio explica que el chisme no solo afecta la percepción social, también impacta en los recursos internos de los empleados. Según los autores, "El chisme en el lugar de trabajo afecta la autoeficacia y la esperanza de un empleado", al convertirse en señales sociales que modelan su confianza y motivación.

Asimismo, los investigadores destacan que el chisme puede generar resiliencia y optimismo cuando se trata de comentarios positivos. "El chisme proporciona apoyo social al establecer vínculos de confianza", lo que facilita un "estado mental positivo de emoción" y fortalece la capacidad de afrontar dificultades en el trabajo. Y a ti... ¿te gusta el chisme?