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La lectura de la Biblia de este martes 24 de septiembre

Lectura del libro de los Proverbios

Prv 21, 1-6. 10-13

Como agua de riego es el corazón del rey en manos del Señor: él lo dirige a donde quiere. Al hombre le parece bueno todo lo que hace, pero el Señor es quien juzga las intenciones.

Proceder con rectitud y con justicia es más grato al Señor que los sacrificios. Tras los ojos altaneros hay un corazón arrogante; la maldad del pecador brilla en su mirada.

Los proyectos del diligente conducen a la abundancia, en cambio el perezoso no sale de la pobreza. Los tesoros ganados con mentira se deshacen como el humo y llevan a la muerte.

El malvado busca siempre el mal y nunca se apiada de su prójimo. Cuando se castiga al arrogante, el sencillo aprende; cuando se amonesta al sabio, crece su ciencia.

El Señor observa el proceder de los malvados y acaba por precipitarlos en la desgracia. Quien cierra los oídos a las súplicas del pobre clamará también, pero nadie le responderá.

El capítulo de la Biblia para el martes 24 de septiembre

1. **Lectura del santo evangelio según san Lucas**

2. **Lc 8, 19-21**

3. **En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a decir: “Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte”. Pero él respondió: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.**

La palabra del papa Francisco para el martes 24 de septiembre

El Papa Francisco ha compartido una profunda reflexión sobre el concepto de familia, destacando que, aunque esta realidad ha cambiado con el tiempo, la verdadera revolución familiar fue traída por Jesucristo. En su discurso a la peregrinación de la Diócesis de Asís, el pontífice subrayó que el vínculo más fuerte entre los cristianos no es el de sangre, sino el amor de Cristo, que transforma y libera a las familias de las dinámicas egoístas y del pecado.

Francisco citó pasajes de los evangelios sinópticos, donde Jesús redefine la familia al afirmar que aquellos que cumplen la voluntad de Dios son sus verdaderos hermanos y hermanas. Esta enseñanza, según el Papa, enriquece las relaciones familiares con un nuevo vínculo basado en la gratitud y el servicio mutuo, alejándose de las convenciones tradicionales y promoviendo un amor más profundo y auténtico.