

En pleno 2025, cuando internet se considera un servicio básico y los teléfonos móviles forman parte inseparable de la vida diaria, existe un país que eligió un camino radicalmente distinto.
Es una república de Asia Central que vive prácticamente desconectada del resto del mundo, donde las redes sociales no forman parte de la rutina y la vida digital fue reemplazada por un modelo analógico controlado por el Estado.
Lo curioso es que este aislamiento se combina con un beneficio que suena utópico: sus ciudadanos no pagan electricidad, gas ni agua. Esta política, vigente desde hace décadas, convirtió a este país en una excepción dentro del escenario global.

Turkmenistán: el país del mármol blanco, la herencia de la Ruta de la Seda y los servicios gratuitos
En un mundo cada vez más interconectado, hay lugares que parecen decididos a seguir su propio rumbo. Uno de los casos más singulares es Turkmenistán, una nación de Asia Central que sorprende por la estética única de sus ciudades, el modelo económico que ofrece servicios básicos gratuitos y un control estatal que marca la vida diaria.
Su capital, Ashgabat, es una verdadera rareza urbana. Las calles están rodeadas de monumentales edificios recubiertos de mármol blanco, un estilo arquitectónico que le valió un récord Guinness por la mayor concentración de construcciones de este material en el planeta.
Pero no todo es cuestión de imagen. Desde 1993, el gobierno implementó un sistema que garantiza electricidad, agua y gas natural sin costo para la población.
Esta política social, insólita en muchos países, perduró por décadas y forma parte de la identidad nacional.
Una de las redes de internet más controladas del mundo
Aunque los beneficios públicos son llamativos, Turkmenistán se encuentra también entre los países con mayorcensura. El acceso a internet está limitado a una pequeña fracción de la red global, con cientos de redes sociales bloqueadas, aplicaciones restringidas y un monitoreo constante de la actividad en línea.
En 2015, tras el lanzamiento de su primer satélite, el gobierno tomó una decisión que profundizó su aislamiento: prohibió las antenas parabólicas. La medida fue presentada como una forma de "proteger la cultura nacional", pero en la práctica redujo drásticamente la posibilidad de acceder a contenidos extranjeros.
La conexión digital, cuando existe, es cara, lenta y altamente supervisada. En las calles, los cibercafés son escasos, y la comunicación sigue dependiendo en gran parte de medios tradicionales como la radio y la prensa impresa. Este panorama contrasta fuertemente con la hiperconectividad que caracteriza a gran parte del mundo.

Tradición y modernidad: un modelo que divide opiniones
Turkmenistán no solo destaca por su arquitectura y sus políticas públicas, sino también por su herencia histórica ligada a la Ruta de la Seda, cuando el territorio era un punto clave para el comercio entre Oriente y Occidente. Esta conexión con el pasado se refleja en su cultura, su gastronomía y sus celebraciones nacionales, donde las tradiciones siguen teniendo un papel central.
El gobierno, con el objetivo de reforzar la autosuficiencia, impulso la producción local de alimentos para reducir las importaciones. Sin embargo, este plan no siempre fue exitoso y, en algunos casos, provocó escasez de productos.
Las percepciones sobre este modelo varían según el punto de vista. Para algunos, Turkmenistán es un ejemplo de orgullo nacional, resistencia cultural y soberanía política en un contexto global uniformado. Para otros, es un experimento autoritario que restringe las libertades y mantiene a la población alejada de las influencias externas.














