Un reciente estudio publicado en la revista Scientific Reports, llevado a cabo por un equipo de investigadores de Finlandia, Noruega, Suecia y Turquía, ha revelado que el dolor de muelas no es consecuencia de la alimentación contemporánea. Este análisis se basa en la secuenciación genética de tres fragmentos de brea de abedul, excavados en la década de 1990 en Huseby Klev, Suecia, que datan de hace aproximadamente 10.000 años.
Las muestras, que tienen entre 9.890 y 9.540 años de antigüedad, permitieron a los investigadores elaborar perfiles del ADN microbiano, vegetal y animal y compararlos con muestras humanas modernas, así como con placa dental antigua y con una muestra de brea de abedul masticada hace 6.000 años.
Los resultados indicaron que los perfiles microbianos de las muestras de brea eran notablemente similares a los microbios presentes en la boca humana actual y en la placa dental de individuos antiguos. Además, se observó que estas muestras eran comparables a la brea de abedul masticada hace 6.000 años, lo que sugiere que también habían sido manipuladas por humanos.
El verdadero motivo del dolor de muelas: no es por las caries
En cuanto a la composición bacteriana, los investigadores identificaron una variedad de bacterias asociadas a enfermedades periodontales, tales como 'Treponema denticola', 'Streptococcus anginosus' y 'Slackia exigua', así como bacterias vinculadas a la caries dental, como 'Streptococcus sobrinus' y 'Parascardovia denticolens'.
Los autores del estudio estiman, mediante modelos de aprendizaje automático, que la probabilidad de que los miembros de este grupo de cazadores-recolectores sufrieran enfermedades en las encías se sitúa entre el 70 y el 80%.
Asimismo, se sugiere que el uso intensivo de los dientes para actividades de agarre, corte y desgarro en estas antiguas sociedades podría haber incrementado el riesgo de exposición a especies microbianas responsables de dichas enfermedades bucales.
El equipo de investigación también identificó en las muestras secuencias de ADN de especies vegetales y animales, incluyendo avellanas, manzanas, muérdago, zorro rojo, lobo gris, ánade real, lapa y trucha común. Los autores postulan que estos materiales pudieron haber pasado por la boca de los cazadores-recolectores antes de que masticaran la brea, ya sea como alimentos o durante la manipulación para la elaboración de pieles o herramientas óseas.
En conclusión, estos hallazgos evidencian la mala salud bucodental de los cazadores-recolectores escandinavos del Mesolítico, al tiempo que ofrecen valiosa información sobre su dieta, el uso de materiales y el entorno local, según concluye la investigación.
Fuente: EFE