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Además de la Ley de la Gravedad, Isaac Newton dedicó años de su vida a un proyecto secreto: determinar matemáticamente la fecha exacta del apocalipsis.

Basándose en complejos cálculos y su interpretación del Libro de Daniel, el científico británico llegó a una conclusión sorprendente que sigue generando debate tres siglos después: el mundo tal como lo conocemos terminará en 2060, cuando Cristoregrese a la Tierra para establecer un reino de paz universal.

La sorprendente faceta religiosa del padre de la física moderna

Isaac Newton, conocido mundialmente por sus aportes a la física y las matemáticas, guardaba un secreto que pocos conocen: su obsesión por las profecías bíblicas.

Documentos hallados en la Biblioteca Nacional de Israel revelaron que el científico británico, utilizando complejos cálculos matemáticos e interpretaciones del Libro de Daniel, predijo que el fin de los tiempos llegaría en el año 2060.

"Es probable que el fin llegue en un momento posterior, pero no encuentro ninguna razón para que suceda antes", escribió a principios del siglo XVIII, dejando plasmada una predicción que, más de tres siglos después, sigue generando asombro e inquietud entre quienes la descubren.

El significado real de su profecía apocalíptica

A diferencia de la interpretación catastrófica que suele darse al término "fin del mundo", para Isaac Newton esta fecha no representaba una destrucción total del planeta, sino el regreso de Jesucristo para establecer un "Reino Global de Paz".

Para llegar a esta conclusión, el científico realizó un minucioso análisis del Libro de Daniel, determinando que "los tiempos y el medio tiempo no terminarán antes de 1960 ni después de 2344". Su predicción final apuntó específicamente al año 2060 como el momento del regreso divino.

Entre la ciencia y la fe: el Newton que la historia olvidó

Los documentos hallados, que permanecieron en los archivos israelíes desde 1969, revelan una faceta poco conocida del genio inglés. "Estos documentos muestran a un científico movido por la pasión religiosa. Por el deseo de ver la obra de Dios en el mundo", explicó la historiadora Yemima Ben-Menahem.

Isaac Newton, lejos de ser solo el padre de la física moderna, fue también un hombre profundamente religioso que dedicó tanto tiempo a interpretar textos sagrados como a formular las leyes que revolucionaron la ciencia. Incluso llegó a estudiar la estructura del Templo de Jerusalén, convencido de que en ella se reflejaba todo el cosmos.

El mismo dejó claro que su intención no era alarmar, sino poner fin a las especulaciones infundadas: "Esto lo menciono no para afirmar cuándo será el tiempo del fin, sino para poner fin a las conjeturas precipitadas de hombres fantasiosos que con frecuencia predicen el tiempo del fin, y al hacerlo desacreditan las profecías sagradas tan a menudo como fallan sus predicciones".