Mientras el reinado de Isabel II se caracterizó por la férrea adhesión a los ideales conservadores de la corona, el rey Carlos III ha irrumpido en la escena pública con gestos sorprendentes que marcan un antes y un después.
El monarca protagonizó un acercamiento inédito a la celebración del Orgullo LGBTIQ+, una causa que hasta ahora había permanecido al margen de la Casa de Windsor.
Horas antes de que el vibrante desfile del Orgullo LGBTIQ+ tomara las calles de Londres, los canales oficiales de la corona británica compartieron un mensaje sin precedentes en sus redes sociales: "¡Feliz Orgullo!", se leía en el posteo, acompañado de un arcoíris y una bola disco, símbolos de la comunidad.
La nueva cara de la Corona Británica tras el reinado de Isabel II
Pero el mensaje digital no fue el único indicio de este cambio. En un gesto cargado de simbolismo, los guardias del regimiento Coldstream interpretaron frente a la mismísima residencia real una versión instrumental de "Pink Pony Club" de Chappell Roan. Esta canción se ha convertido recientemente en un himno para la comunidad LGBTIQ+, narrando la historia de un joven que rompe con su entorno conservador para perseguir sus sueños.
El Rey Carlos III no fue el único en manifestar su apoyo a la comunidad LGBTIQ+
Carlos III no fue el único miembro de la realeza en posicionarse a favor de la diversidad, sino que su hijo y heredero al trono, el príncipe Guillermo, ya había participado en una campaña centrada en la salud mental de las personas LGBTIQ+. En 2016, Guillermo también alzó su voz sobre el tema y apareció en la portada de la revista Attitude, mostrando su rotundo rechazo al acoso escolar dirigido a adolescentes homosexuales.
Estos gestos de la monarquía contrastan fuertemente con la tradición. De hecho, en otro ejemplo de la modernización impulsada por Carlos III, el monarca ha roto con una regla de etiqueta centenaria en el mismísimo Palacio de Buckingham. Desde 1919, la "cancha de tenis más exclusiva de Londres", según la Royal Collection Trust, imponía el uso exclusivo del color blanco para jugar. Ahora, bajo el mandato de Carlos III, si bien el atuendo blanco sigue siendo "preferible", ya no es "esencial", permitiendo a familiares e invitados vestir como deseen.
Estos movimientos sugieren una clara intención de la Casa Real británica de modernizarse y reflejar una sociedad más inclusiva, marcando un nuevo capítulo en la historia de una de las monarquías más antiguas del mundo.