

Durante décadas, la carne roja fue sinónimo de alimentación completa y tradición en millones de mesas. Sin embargo, advertencias recientes de la comunidad científica —impulsadas por declaraciones de un Premio Nobel de Medicina— volvieron a poner bajo la lupa su consumo habitual y los posibles riesgos para la salud.
El debate se reactivó a partir de estudios que analizan la relación entre la ingesta frecuente de carne y el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, un tema que hoy vuelve a ganar relevancia en la agenda de la salud pública.
Un Premio Nobel alertó sobre el consumo de carne y su vinculación con el riesgo de cáncer
El virólogo Harald zur Hausen, ganador del Premio Nobel de Medicina, advirtió sobre una posible relación entre el consumo de carne de vacuno y un mayor riesgo de cáncer de colon. Sus observaciones se basan en estudios epidemiológicos que comparan tasas de la enfermedad en distintos países.

Según explicó, las regiones con alto consumo de carne roja presentan mayores niveles de cáncer colorrectal que aquellas donde su ingesta es menor. El especialista aclaró que no se trata de eliminarla por completo, sino de revisar la frecuencia y cantidad consumida.
Qué dice la OMS sobre la carne roja y las carnes procesadas
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, dependiente de la OMS, clasificó a la carne roja como “probablemente carcinogénica” para los humanos. Esta definición se apoya en evidencia que la vincula con el cáncer colorrectal.
En el caso de las carnes procesadas, como embutidos y salchichas, la clasificación es más severa: se consideran cancerígenas con evidencia suficiente, lo que refuerza la recomendación de limitar su consumo.
Cuánta carne consumir y qué recomiendan los especialistas
- Moderar el consumo de carne roja, evitando que forme parte de la dieta diaria y priorizando una ingesta ocasional.
- Limitar al máximo las carnes procesadas —como embutidos, salchichas y jamones—, ya que presentan mayor evidencia de riesgo para la salud.
- Priorizar una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, legumbres y fuentes alternativas de proteína.
- Cuidar los métodos de cocción, evitando temperaturas muy altas o carnes excesivamente doradas, que pueden generar compuestos potencialmente dañinos.
- Diversificar la dieta, incorporando pescado, pollo o proteínas vegetales para reducir la dependencia de la carne roja.














