

Una máscara dorada, brillante y enigmática, provocó una conmoción en el mundo arqueológico cuando fue descubierta en 1876 en la antigua Micenas. Heinrich Schliemann, el famoso arqueólogo prusiano que soñaba con encontrar vestigios de los héroes homéricos, creyó haber encontrado al mismísimo Agamenón, líder de los aqueos en la Guerra de Troya. Así lo proclamó con euforia y sin dudar: esa era su cara, esa era su tumba.
Pero la historia, caprichosa y paciente, terminaría desmintiendo la afirmación. Estudios modernos han fechado el hallazgo entre 1550 y 1500 a.C., al menos tres siglos antes de la época en la que habría vivido Agamenón. Aun así, el nombre quedó sellado: la Máscara de Agamenón, una de las piezas más famosas de la civilización micénica, expuesta hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

¿Qué se encontró en Micenas y por qué es tan importante?
La excavación que llevó al descubrimiento se realizó en el llamado Círculo de Tumbas A, en la acrópolis de Micenas.
Para ese momento, Schliemann, convencido de que los mitos tenían una base real, encontró seis tumbas de fosa vertical que contenían restos de 18 personas junto a un fastuoso ajuar funerario: más de 15 kilos de oro en máscaras, diademas, copas y armas.
La máscara en cuestión fue hallada sobre el rostro de un difunto en la tumba V. Era de oro macizo, con rasgos cincelados que imitaban una barba, ojos cerrados y una expresión serena.
Atención, porque la máscara de Agamenón no fue la única, también se encontraron cinco máscaras más, además de otras decoraciones funerarias que confirmaban que se trataba de tumbas de élite, probablemente de jefes guerreros o nobles.

¿Quién fue Agamenón y por qué se relacionó con esta máscara?
Agamenón es una figura clave de la mitología griega, rey de Micenas y comandante supremo del ejército aqueo durante la Guerra de Troya. Su historia aparece en la Ilíada, en tragedias de Esquilo y en numerosas obras clásicas. Para Schliemann, encontrar su tumba era hallar el puente entre mito y realidad.

Pero el anhelo romántico lo llevó a una conclusión precipitada. La datación posterior reveló que el ajuar pertenecía a un periodo previo al legendario conflicto troyano. Sin embargo, el símbolo ya había tomado vida: la máscara era de Agamenón, aunque no lo fuera.
Hoy, la brillante máscara del legendario guerrero Agamenón representa un espléndido ejemplo del arte micénico, también muestra el poder de los mitos sobre la ciencia. Una verdad dorada que brilla desde las vitrinas del museo, entre la leyenda y la historia.















