

Cuando se inauguró a finales de 2023, el Tren Maya fue presentado como una promesa de crecimiento para México. Se hablaba de miles de empleos, turismo masivo y un nuevo eje económico para Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas.
Pero a menos de dos años de su arranque, los números que salen a la luz cuentan otra historia: pérdidas multimillonarias, ingresos muy por debajo de lo esperado y costos operativos que siguen aumentando mes tras mes.
Las cifras, obtenidas de los estados financieros de la paraestatal a cargo, revelan que la distancia entre la promesa y la realidad es mucho más grande de lo que el discurso oficial admite.

Un balance preocupante: las cifras rojas que crecen sin freno
Desde su inauguración, el Tren Maya acumuló ingresos totales por 525 millones de pesos, mientras que sus gastos de operación ascienden a 6 mil 332 millones de pesos. Esto significa un déficit de 5 mil 807 millones de pesos, que sigue creciendo a un ritmo alarmante.
El incremento de costos está directamente relacionado con la ampliación de sus recorridos y el aumento en las corridas para cubrir la ruta completa a través de cinco estados. Pero este aumento de la oferta no fue suficiente para generar ingresos que compensen el gasto.
Tan solo en los primeros seis meses de 2025, mantener el servicio activo costó 2 mil 259 millones de pesos, lo que equivale a más de 12 millones de pesos diarios que salen del presupuesto federal.
La versión oficial: por qué el gobierno insiste en que habrá ganancias
Pese a los números en rojo, la presidenta Claudia Sheinbaum sostiene que el Tren Maya fue diseñado con un modelo rentable y que las pérdidas actuales forman parte de una etapa inicial prevista desde el comienzo.
Según el gobierno, la operación plena todavía no inicio, ya que falta recibir la totalidad de la flota de trenes y poner en marcha el servicio de transporte de carga. Este último, aseguran, será clave para aumentar significativamente los ingresos, ya que se espera que complemente y supere las ganancias obtenidas por el traslado de pasajeros.
En palabras de la mandataria, cuando el sistema esté completo, el Tren Maya no solo dejará de generar pérdidas, sino que producirá ganancias importantes que podrán reinvertirse en la región.
Sin embargo, críticos y especialistas advierten que la duplicación de las pérdidas en lo que va de 2025 es una señal de que los tiempos proyectados para alcanzar la rentabilidad podrían ser mucho más largos de lo previsto, o incluso que los ingresos esperados hayan sido sobreestimados.

El verdadero reto: cómo salvar un proyecto que depende del erario
El futuro del Tren Maya no se definirá únicamente por la llegada de más trenes o por el inicio del servicio de carga. El gran desafío será encontrar un equilibrio sostenible entre ingresos y gastos, algo que hasta ahora no fue posible.
Para lograrlo, expertos en transporte y economía plantean tres ejes clave:
Diversificación de fuentes de ingreso: integrar más servicios turísticos, logística de mercancías y alianzas con empresas privadas para uso de infraestructura.
Optimización de costos: reducir gastos operativos, mejorar la eficiencia energética y renegociar contratos de mantenimiento.
Incremento real de la demanda: atraer más pasajeros nacionales e internacionales, no solo en temporadas vacacionales, sino de manera sostenida todo el año.
Si estas medidas no se implementan de forma efectiva, el Tren Maya corre el riesgo de convertirse en un proyecto que requiera inyecciones constantes de dinero público, alejándose de su objetivo original de ser un motor de desarrollo regional y autosuficiente en términos financieros.















