Cielo despejado. No hay viento y la temperatura está por encima de los 20 grados. Atípica mañana en San Francisco, ciudad que eligió Red Hat para presentar su Summit 2014. Es la primera vez que la empresa proveedora de soluciones de código abierto reúne a más de 4700 personas en su evento anual. El presidente y CEO de la compañía, Jim Whitehurst, abre el encuentro en el Moscone Center. Viste jeans, camisa blanca (sin corbata) y zapatos rojos. Relajado look para el comandante de una firma que, en 2012, cruzó la barrera de los US$ 1000 millones en ingresos.
Antes de llegar a la empresa, Whitehurst dirigió las operaciones de Delta Air Lines. Previamente, fue partner en The Boston Consulting Group. Desde que aterrizó en Red Hat, en diciembre de 2007, la facturación de la compañía se multiplicó casi tres veces: de US$ 523 millones, en 2008, a US$ 1534 millones, de acuerdo con su último ejercicio fiscal, cerrado el 28 de febrero. La empresa se sumó al índice S&P 500, en 2009, y es uno de los mejores lugares para trabajar, según un informe publicado por el buscador de empleo Glassdoor, en marzo.
No es el típico CEO de compañía pública. La cultura de transparencia, apertura y flexibilidad que promueve su firma se refleja, también, en su estilo. Habla durante 45 minutos en una mesa redonda con IT Business y periodistas de América latina. Lo hace en tono descontracturado, casi amigable. Su foco, dice, es la región. "Red Hat está creciendo sustancialmente más rápido en América latina que como compañía. Espero, al menos doblar, sino triplicar, nuestro negocio en los próximos cinco años", dispara. El rápido crecimiento de las economías latinoamericanas y la apreciación general hacia el open source, dice, representan una oportunidad enorme para su compañía.
Es, también, la geografía a la que apunta sus inversiones. "Estamos invirtiendo más fuerte en América latina que en otras regiones emergentes". En ese sentido, planea abrir nuevas oficinas (tiene cinco, ubicadas en la Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México) y contratar más empleados.
Maniobrar en turbulencia
A pesar del contexto económico local -cepo cambiario, imposibilidad de girar dividendos y una inflación que, según estimaciones privadas, supera el 30% anual-, el número uno cree que hay terreno fértil para crecer en la Argentina. "Cuando las economías y empresas están bajo estrés, tienden a salir de su zona de confort para buscar soluciones de menor costo. Un poco de presión económica es bueno para nosotros", analiza. "Red Hat realmente tuvo su arranque justo después del 11 de septiembre y los años de recesión que le siguieron a esa fecha, porque los bancos tuvieron que encontrar formas de ahorrar dinero, compara. Agrega que hay dos cosas que hacen que la gente cambie: nueva tecnología y presión para reducir costos.
Según el producto, adoptar soluciones de código abierto puede significar un ahorro de entre 50% y 90% versus alternativas propietarias, puntualiza. Otro beneficio del open source, señala, es que la mayoría de la innovación ocurre, primero, en ese ámbito. "No es sólo la dramática reducción del costo, sino también contar con una infraestructura que, en el largo plazo, sea 'a prueba del futuro' para construir el camino hacia donde irá la innovación. Eso, está ocurriendo en código abierto".
Admite que una de las reticencias al volcarse al open source es que un sistema abierto corre mayores riesgos de ser hackeado. Pero, para él, es lo opuesto. "La mayoría de las agencias militares y de seguridad del mundo tienden a funcionar sobre Linux antes que en Windows", argumenta. En la Argentina, empresas como OSDE y organismos como la ANSeS y la AFIP utilizan productos de Red Hat. Para llegar a las PyMEs, la estrategia será captarlas a través de partners y resellers. "En los últimos dos años, hicimos foco en construir relaciones profundas con partners para poder cubrir la gran mayoría del mercado".