El acceso continuo e ininterrumpido a la oficina a través de un teléfono inteligente conlleva algunos riesgos que pueden generar consecuencias negativas. Por un lado, sin autocontrol por parte del usuario, puede generarse una gran dependencia a este dispositivo. Un trastorno que ha surgido en relación a esta simbiosis se denomina nomofobia (que surge del inglés no mobile phone phobia) y se produce cuando el usuario tiene una exagerada y desmedida sensación de incomunicación cuando no puede disponer del teléfono, ya sea porque se lo olvidó en la casa, bien porque se le agotó la batería o esté fuera de cobertura. Esta situación acarrea efectos negativos para la salud, ya que pueden presentarse síntomas como sensación de ansiedad, pensamientos obsesivos, dolor de cabeza y taquicardias. Según la encuesta Our Mobile Planet, realizada por Google en 2013, el 68% de los usuarios nunca sale de su casa sin llevar su teléfono móvil. Esto indica claramente la fuerte dependencia que se genera. Estudios realizados en Inglaterra revelaron que casi el 53% de los usuarios tienden a sentir ansiedad cuando pierden su smartphone, se les agota la batería o el crédito, o no tienen cobertura de la red, y esta tendencia va en aumento.Conexión constanteAdemás, esta necesidad permanente de consultar el teléfono se traduce, por ejemplo, en una conducta descortés y de moda: se trata del phubbing (del inglés phone y snubbing) y puede definirse como el acto de menospreciar al interlocutor mirando el teléfono en vez de prestarle atención. Esta práctica puede observarse, cada vez con mayor frecuencia, tanto en una cena entre amigos o familiares como también en una reunión de trabajo.

La obsesión por la continua conexión y el ignorar a los pares afecta negativamente las comunicaciones interpersonales e incluso intragrupales. Esto también impacta negativamente en el clima laboral, por el malestar que se genera en los colaboradores que son víctimas del phubbing y se sienten ignorados y menospreciados por sus pares, superiores o subordinados. Por todo esto, es clave que desde las áreas de Recursos Humanos se trabaje en la concientización a los colaboradores respecto de los límites para el uso del teléfono, por ejemplo, implementando campañas de comunicación y capacitación. Sin embargo, no puede desconocerse que hay organizaciones en las cuales no está mal visto, e incluso es promovido, que los trabajadores estén leyendo continuamente sus mails desde sus teléfonos inteligentes y utilizando aplicaciones y que puedan entablar comunicaciones con otros colaboradores gran parte del día e incluso en aquellos que nos son laborables. Esto modifica también las comunicaciones internas, haciéndolas más fluidas. Es por eso que la valoración de esta conducta debe realizarse a la luz de la cultura organizacional.Nativos digitalesTambién se pone de relieve en este tema la brecha generacional. Según el estudio Mobile Life, realizado por TNS Gallup a nivel mundial, los más jóvenes, entre quienes se encuentran los nativos digitales, tienen una gran predisposición a la incorporación de nuevas tecnologías. El segmento conformado entre quienes tienen entre 18 y 34 años, concentra más del 50% de los usuarios de teléfonos inteligentes. Sin embargo, otras generaciones, los denominados "inmigrantes digitales", entre quienes podemos encontrar personas a partir de 40 años, pueden manifestar resistencia a la utilización de aplicaciones laborales en el teléfono celular. Son personas que requieren más tiempo para adaptarse a los cambios tecnológicos, requieren "alfabetización digital". Estas resistencias se pueden superar apalancándose en la capacitación. Las organizaciones deberán ayudar a sus empleados a aprender las destrezas necesarias para familiarizarse con esta tecnología, en pos de disminuir la resistencia al cambio.

Por otro lado, aparece como factor negativo la utilización del tiempo casi exclusivamente para temas laborales, lo cual puede generar estrés, con sus consabidas consecuencias negativas, y además afectar la dinámica de trabajo con otros miembros de un equipo, ya que quien se encuentra permanentemente conectado puede pretender la misma actitud de sus pares o subordinados.

Ante estas posibles consecuencias, tanto positivas como negativas, el empleador no puede permanecer ajeno. Deberá evaluar en qué casos corresponde la asignación de un teléfono móvil y que prácticas deberá implementar para mitigar los efectos negativos que su uso pudiera tener.