

Italia quedó anoche al borde de una nueva crisis de gobernabilidad, luego de que el escrutinio oficial de las elecciones generales mostraran que ninguna de las fuerzas políticas logró el apoyo suficiente para formar gobierno, una situación que pone en evidencia el descontento de los italianos.
Una vez más, fue el magnate Silvio Berlusconi, candidato de la derecha, el que sacudió el tablero político al obtener un inesperado aluvión de votos: los necesarios para opacarle la fiesta a la centroizquierda, que llegaba confiada a las urnas como clara favorita, con los sondeos dándole 10 puntos de ventaja.
Pier Luigi Bersani, el candidato de la centroizquierda, sacó la mayor cantidad de votos (29,5%) y se quedó con el control de la Cámara de Diputados debido a que las leyes electorales garantizan una mayoría del 54% al partido con una mayor cantidad de votos. Pero la coalición de Berlusconi desconoció la victoria de Bersani y dijo que la Justicia electoral debería expedirse sobre quién fue el ganador de los caóticos comicios.
En el Senado, ningún partido o coalición logró poder formar una mayoría (las bancas se reparten según la región). En ese punto, Bersani se quedó con 123 bancas, Berlusconi ganó 118 (fue el más votado en las regiones de Lombardía, Sicilia y el Véneto), el cómico antisistema Beppe Grillo 53, mientras que el ex premier Mario Monti se quedó con apenas 19 tras una campaña fallida que nunca llegó a despegar. La mayoría en el Senado se logra con 158 bancas.
Los resultados dejan a Italia, la tercera economía de Europa, a las puertas de una situación de ingobernabilidad, con posibilidad de nuevas elecciones, justo lo contrario del resultado estable que el país necesita desesperadamente para abordar la profunda recesión, el creciente desempleo y la enorme deuda pública. Los mercados confiaban en un gobierno sólido de centroizquierda respaldado por Monti, por lo que el resultado final puede reavivar los temores en torno a la crisis de deuda de la eurozona, con la perspectiva de un largo periodo de incertidumbre en la tercera economía más grande del área.
El resultado es una humillante derrota para el poco carismático Bersani, que en menos de dos meses perdió la ventaja de 10 puntos que tenía en los sondeos de opinión.
A sus 76 años, Berlusconi demostró como nunca su capacidad de reinventarse, realizando un extraordinario regreso tras los escándalos sexuales y de corrupción desde que se lanzó a la campaña en diciembre. Maestro de la comunicación y la política, sedujo a los votantes con un revuelo de apariciones televisivas y promesas de reintegrar el detestado impuesto a la vivienda, pese a las críticas de sus oponentes de que es un discurso electoral imposible.
El escrutino final es además un éxito rotundo para el cómico genovés Beppe Grillo, líder del populista Movimiento 5 Estrellas, que quedó tercero con 25,5% de los votos e impidió a Berlusconi quedarse con la mayoría en el Senado. Con vagas promesas electorales y un equipo de candidatos casi desconocidos, el cómico canalizó la indignación pública con la clase política tradicional.
Los resultados revelan que más de la mitad de los italianos votaron por las plataformas antieuro de Berlusconi y Grillo.
Se abre una situación muy delicada para el país, alertó anoche Bersani.










