

El papa Francisco presidió el Vía Crucis que se realizó en el Coliseo romano, sitio que había sido elegido en 1964 por Pablo VI para celebrar el rito como símbolo de la persecución a los primeros cristianos.
El pontífice argentino encabezó la ceremonia de la que participaron jóvenes y familias de varias nacionalidades, que llevaron la cruz durante las 14 Estaciones.
Cada Estación fue acompañada por las meditaciones que este año Francisco ha encargado escribir al arzobispo italiano de Campobasso, Giancarlo Maria Bregantini.
En las meditaciones, Bregantini afrontó asuntos de actualidad como "las injusticias que ha causado la crisis económica, con sus graves consecuencias sociales: precariedad, desempleo y despidos", como se puede leer en el texto ya publicado por el Vaticano.
Hubo un recuerdo a "todas las madres que sufren por sus hijos lejanos, por los jóvenes condenados a muerte, asesinados o enviados a la guerra, especialmente por los niños soldados".












