Mientras el resto del mundo comienza a dejar atrás la pandemia y va retornando a la normalidad, la Argentina parece todavía enredada en problemas que, si bien venían de antes, el parate causado por el COVID-19 terminó de profundizar.
Siempre se dice que las pequeñas y medianas empresas son el motor de la economía y tienen a la mayor cantidad de empleados activos del país. Pero ¿cómo ser una pyme exitosa y totalmente legal en una economía como la de Argentina en la que escasean la previsibilidad, la seguridad jurídica y las reglas de juego claras?
La inflación, la caída del consumo, la altísima carga impositiva y el tipo de cambio, la economía informal, sumados a la cuarentena más larga del mundo, llevaron a que las pequeñas y medianas empresas, que nunca la tuvieron fácil, hoy representen un negocio en el que sobrevivir es una tarea cada día más titánica.
A esto se suman las adaptaciones que han tenido que hacer en los últimos tiempos en materia de transformación digital, logística, e-commerce y los cambios en las demandas de los consumidores que, aunque tendrán como efecto un impacto positivo en el largo plazo, en el corto representan un enorme desafío.
Si bien en determinados sectores la problemática es más pronunciada que en otros, casi no hay sector de la economía que esté exento de estos problemas. En la industria de las comunicaciones todo este panorama se ve aún más complicado por una preocupación adicional: las dificultades para retener el talento.
Hasta hace unos años esta fue una industria que se caracterizó por producir grandes talentos a nivel mundial, pero en los últimos años estos talentos se fueron mudando hacia industrias más atractivas, como las empresas tecnológicas, que podían solventarlos con mucha mayor fuerza que las tradicionales agencias de publicidad o las empresas relacionadas de alguna manera al marketing y las comunicaciones.
Sumado esto también a otro fenómeno que se acentuó en los últimos tiempos: muchos profesionales y creativos son requeridos desde otros países para trabajar remotamente, trabajo que cobran en dólares, haciendo que las agencias sean cada vez menos atractivas para quedarse.
Las preguntas que se hacen muchos directivos de agencias y para las que no encuentran por ahora la respuesta son ¿por qué los grandes talentos creativosquerrían venir hoy a trabajar en una agencia de publicidad cuando una empresa tecnológica puede pagarles mucho más o cuando pueden trabajar por su cuenta para afuera y cobrar en dólares?, ¿cómo podemos retener a los talentos en nuestra agencia ante esta competencia, cuando ya ni siquiera hay un sentido de pertenencia en el lugar de trabajo debido a la falta de contacto presencial?, ¿por qué se quedarían?
Son muchas las pequeñas y medianas empresas que han quedado en el camino en los últimos dos años, pero la buena noticia es que en este país ya estamos acostumbrados a todo esto y tenemos el músculo ejercitado para reaccionar con creatividad frente a la adversidad,adaptarnos y reconvertirnos, aunque no sea más que para seguir sobreviviendo.