

El primer ministro británico, Tony Blair, apoya la creación de una bolsa de contaminación ideada por Arnold Schwarzenegger. En ese marco, California podría convertirse en poco tiempo en el primer Estado de Estados Unidos en contar con una bolsa internacional de comercio de gases de efecto invernadero.
El acuerdo perfilado el lunes pasado por Blair y Schwarzenegger contrasta con la radical oposición del presidente George W. Bush a imponer límites a las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Schwarzenegger quiere que California reduzca sus emisiones de gases hasta alcanzar en 2010 los niveles de hace seis años. El instrumento para lograrlo sería un sistema de compraventa de derechos similar al existente en la Unión Europea, creado para cumplir con el Protocolo de Kioto, el cual el gobierno de Bush se ha negado reiteradamente a ratificar.
Europa espera que, en el futuro, las empresas que participen en su bolsa de CO2 intercambien derechos con otras firmas que operen en sistemas similares de otros lugares del mundo, como podría ser California. Pero, dados los altos niveles de emisión de ambos territorios, parece improbable que pueda haber intercambios de derechos entre Europa y EE.UU.
Por ello, y pese a que apenas se conocen detalles de las conversaciones entre Blair y Schwarzenegger, se especula con la posibilidad de que las empresas californianas puedan negociar derechos de emisión con compañías de Reino Unido que actualmente están fuera del esquema vigente en la UE. Esto podría ocurrir si Blair sigue adelante con sus planes de imponer el sistema de intercambio de derechos de CO2 a sectores de su país que actualmente no están sujetos a él, como el del comercio minorista.
Otros Estados norteamericanos, sobre todo del noreste, podrían seguir el ejemplo de California, lo que les permitiría efectuar intercambios entre sí.
El acuerdo del lunes supuso un notable éxito del Reino Unido en sus esfuerzos por empujar a EE.UU. a actuar en materia de cambio climático. Aunque Blair ha tenido numerosas conversaciones al respecto con Bush, en los últimos meses la diplomacia británica ha optado por abordar el asunto desde un enfoque estadual y local.
Además de explorar la posibilidad del comercio de emisiones, Blair y Schwarzenegger se comprometieron a reforzar la cooperación entre los funcionarios y representantes del mundo científico que, en sus respectivos ámbitos de decisión, analizan las consecuencias del cambio climático.










