Es innegable que las economías emergentes se están fortaleciendo y ya se habla de un nuevo paradigma. En vez de ser una fuente de volatilidad para el sistema global, estas economías ahora constituyen un elemento de estabilidad. También están disminuyendo su histórica vulnerabilidad a los trastornos en el exterior. Todo esto sucede en un momento oportuno para un mundo que se volvió excesivamente dependiente del crecimiento estadounidense financiado con deuda.

En la historia de los mercados emergentes rara vez se produjo la actual combinación de superávits de cuentas corrientes, aumentos en las reservas federales, caídas en la deuda del sector público y mejores condiciones de crecimiento local. La lista de países relevantes se está ampliando y ahora se extiende más allá de Asia. Por ejemplo, Brasil está combinando el crecimiento del PIB con un superávit comercial récord y una menor volatilidad de la deuda. Rusia se ubicó en posición de acreedor neto con casi u$s 120.000 millones en tenencias de la reserva internacional, con una actividad doméstica es pujante.

Estas mejoras son impulsadas por condiciones externas más que favorables.

También reflejan ajustes fiscales internos, políticas monetarias sensibles, un mayor énfasis en el fortalecimiento de las instituciones y amplias reformas estructurales.

No es sorprendente que se esté hablando de un nuevo paradigma. Estos países nunca controlaron tanto su destino económico. La mayor solidez de las políticas aislan mejor su dinámica de crecimiento de las circunstancias externas negativas.

Las mejores condiciones locales significan que, como grupo, las economías emergentes ahora están teniendo un gran impacto sobre el crecimiento, el comercio, la inflación y los flujos financieros internacionales.

Estas economías ahora representan casi la mitad de la actividad económica global en términos de paridad de poder de compra; representan la porción más dinámica del comercio internacional; sus estructuras de bajos costos permitieron que el mundo contenga las presiones inflacionarias provenientes del alza del petróleo; y, a través de sus grandes compras de instrumentos financieros en dólares, ayudan a mantener bajas las tasas de interés, por el momento.

Todo esto sucede en un momento apropiado para la economía global. Estados Unidos, que ha llevado el peso de ser la locomotora mundial de crecimiento, lo hizo a costa del alto endeudamiento de los hogares, de un brusco deterioro de las finanzas públicas y un enorme déficit de la cuenta corriente.

Sin embargo, la sustentabilidad depende de cinco condiciones: Primero, el fortalecimiento de la economía de los países emergentes no es lineal ni uniforme. Varios tienen el desafío de mejorar aún más su dinámica de crecimiento interno y seguir elevando su productividad.

Segundo, las economías emergentes inevitablemente atraen una gran cantidad de flujos de fondos de corto plazo junto con capitales a más largo plazo. Por eso, las variables financieras específicas de cada país se tornarán inusualmente volátiles.

Tercero, la función de estabilizadores mundiales que tienen las economías emergentes está modificando las relaciones estructurales en los países industriales que anteriormente anclaban la formación de expectativas inflacionarias.

Cuarto, las economías emergentes no pueden sustituir la contención y corrección de los desequilibrios financieros de Estados Unidos. El bienestar de la economía global requiere de medidas de política coordinadas en varios países industriales y emergentes que apunten a facilitar un ajuste de la cuenta corriente estadounidense y a un aumento de la demanda global.

Finalmente, el enfoque operativo hacia la coordinación global de políticas está quedándose atrás. Ninguna economía emergente está adecuadamente representada en el proceso del G-7. Las deliberaciones en otros foros, como el Fondo Monetario Internacional, se dificultan debido a la reducida representación de las economías emergentes y la falta de decisión de los gobiernos del G-7 para delegar suficientes prerrogativas de política nacional a un nivel multilateral.

El fortalecimiento de las economías emergentes brinda a la economía global una oportunidad para ocuparse de estos temas importantes. Será en beneficio de todos.

(*) Director gerente de Pimco, una firma administradora de inversiones.