

Lo mejor de la semana
El Gobierno volvió a colocar deuda a largo plazo en dólares a una tasa de interés inferior al 8%; señal clara y contundente de que la Argentina dejó atrás el aislamiento financiero al que la había condenado el default.
Lo peor de la semana
La tasa de inflación de julio (1,0%; anualizada: 12,7%) fue inferior a la esperada, pero sigue siendo un ritmo de avance incompatible con la noción de estabilidad de precios, imprescindible para generar un clima de inversión propicio.
Lo urgente
El desarrollo de una estrategia consistente de lucha contra la inflación. El Gobierno confía por ahora en un enfoque sui generis de ataque al problema basado en medidas eminentemente sectoriales. Pero este enfoque muy probablemente resulte insuficiente o directamente ineficaz. Tras tres años de muy vigorosa recuperación, es natural que el output gap haya tendido a extinguirse, y que crecimientos ulteriores de la demanda agregada generen presiones inflacionarias. Aunque suene antipático (mucho más en plena campaña electoral), el ataque a la inflación no parece dejar otra alternativa que poner paños fríos sobre el fuerte ritmo de crecimiento de la demanda. Esto es: pisar el freno para poder seguir avanzando. ¿Sobre quién debe recaer esta tarea? Naturalmente, el principal responsable en la lucha contra la inflación debe ser el BCRA, cuya misión primaria y fundamental es la defensa de la estabilidad de precios. Es cierto que el Central no dispone de muchos instrumentos para regular la demanda agregada. Pero esto no implica que pueda desentenderse de la cuestión, o peor aún, que siga ejecutando una política monetaria netamente expansiva a partir de sus intervenciones masivas en el mercado cambiario. El Gobierno, por su parte, debería acudir al rescate de Redrado y ejecutar una política fiscal anticíclica, moderando el ritmo de crecimiento del gasto primario.
Lo que hay que seguir con atención
Creemos que la inédita holgura fiscal y la externa convierten a la actual coyuntura en una plataforma muy favorable para el ingreso a un sendero de crecimiento sostenido. Sin embargo, la buena salud macro peligra si no se acierta en la estrategia de lucha contra la inflación, un estigma contra el que no se puede ser complaciente.










