La decisión de Brasil de pagarle anticipadamente al Fondo Monetario Internacional y a los gobiernos del Grupo de las Siete naciones industrializadas dice mucho sobre la mejoría en ese país. Pero también muestra la mayor confianza con que los emergentes avanzan en la economía mundial, planteando un desafío para jugadores internacionales como el G-7 y el FMI.

A menos de un año de las elecciones, Brasil optó por usar parte de sus reservas en divisas para pagar lo que le debía al FMI y a los miembros del Club de París. La decisión refleja la rápida mejora en la posición de las reservas brasileñas, impulsadas por un gran superávit comercial; el flujo creciente de inversión extranjera directa y la abundancia de los flujos de cartera. También es el resultado de una gestión financiera prudente que pone énfasis en técnicas de gestión más sofisticadas.

El fenómeno no se limita a Brasil. También es evidente en otras economías emergentes y es probable que se difunda aún más. Varios países se unirán a Brasil, Rusia, India y China en hacer sentir una mayor influencia en los flujos económicos y financieros globales. Esto es particularmente cierto para los exportadores de petróleo y, en menor medida, para la Argentina, que también le pagó al FMI.

Esta creciente confianza de algunos emergentes presenta desafíos para el orden económico internacional. Esto es más aparente en el caso del FMI. Al eliminar relaciones acreedor/deudor de larga data, con frecuentes visitas de revisión de políticas, los pagos anticipados afectan el mecanismo convencional a través del cual el FMI interactuaba con los países emergentes. El resultado es que el Fondo está esforzándose por establecerse como un “asesor de confianza de esos países.

Los emergentes también asumen una posición más agresiva en las negociaciones económicas internacionales y cuestionan las estructuras de gobierno global, incluyendo la escasa representación que tienen en las juntas de las entidades multilaterales y su limitado acceso a las deliberaciones del G-7.

Para los países industrializados, esto implica dar una mayor respuesta a las legítimas aspiraciones de las economías emergentes. Y para éstas, implica ser pacientes para aceptar un ajuste gradual en la distribución de los derechos económicos internacionales. Todos deben ajustarse gradualmente a las nuevas realidades estructurales del sistema global. Si no, la economía global será más vulnerable.

(*) Director gerente de la firma de gestión de inversiones Pimco