

La productividad no es todo, pero es casi todo , dice Paul Krugman. El Departamento de Trabajo de EE.UU. señaló esta semana que en el tercer trimestre del año (julio a setiembre) la productividad creció 4,1% anual, comparada con el auge del 2,1% que tuvo en el segundo trimestre. Entre 2000 y 2004, la productividad del trabajo ha crecido a un promedio de 3,28% anual. Al mismo tiempo, la economía norteamericana ha crecido 3,8% en el tercer trimestre de este año, mientras sus costos laborales cayeron 0,5% en el trimestre. En suma, el PIB crece, la productividad aumenta y los costos laborales caen. Si se incluye el aumento de la productividad del sector agrícola, el incremento se eleva a 4,8% en el año y los costos laborales caerían 0,6%.
Dale W. Jorgenson, Mun S. Ho y Kevin J. Stiroh, de la Reserva Federal de Nueva York, afirman que es la primera vez en 25 años que la productividad excede 3% anual por un período de más de ocho años. Agregan que “la economía de EE.UU. no ha experimentado un crecimiento tan sostenido y vigoroso de la productividad desde los años 60 . No sólo eso: el período 1995/2004, en que la productividad creció 3,1% anual promedio, incluye el colapso bursátil del 2000, la recesión del 2001, los ataques terroristas del 11-S, la guerra de Irak y los aumentos récord del petróleo. Según Jorgenson, Ho y Stiroh, un incremento semejante de la productividad en este contexto es “verdaderamente asombroso .
Dice Ben S. Bernanke, nuevo presidente de la Reserva Federal: “El aumento sostenido de la productividad es el desarrollo más importante de EE.UU. en la década pasada; este aumento tiene un carácter estructural, no es coyuntural ni cíclico. La prueba es que, después de la recesión del 2001, la productividad creció más del 4% anual, una tasa tres veces superior a la etapa 1973-1995, cuando sólo aumentó poco más de 1% en el año (1,4% anual promedio) .
También estiman que la tendencia de crecimiento de largo plazo de la productividad norteamericana es 2,6% anual, como línea de base.
Lo que sucede en Europa es exactamente lo contrario. La productividad europea era el 44% de la norteamericana en 1950, y pasó al 94% en 1995. Significa que, en un período de casi 50 años, el incremento de la productividad europea fue superior a la estadounidense. Pero, a partir de 1995, la productividad en Europa no sólo se frenó, sino que comenzó a retroceder. Antes convergían; hoy divergen.
Lo notable es que esto ha ocurrido a pesar de que la inversión en equipos de alta tecnología (ICT) es semejante en Europa y en EE.UU. Tampoco hay diferencias significativas en lo que se refiere a los sectores que producen tecnologías de la información. Incluso, en esta materia, hay una superioridad europea, sobre todo en telefonía celular. La diferencia fundamental se encuentra en los sectores que usan ICT. La diferencia crucial, en síntesis, no está en lo estrictamente tecnológico, sino en lo institucional. La clave es la mayor flexibilidad y desregulación de la economía norteamericana. Ocurre que la plena utilización de las nuevas tecnologías requiere reestructurar drástica y continuamente los sistemas de trabajo y empresariales, tanto privados como públicos; y desplazar trabajadores hacia nuevas industrias y empresas.
Por eso lo decisivo en esta materia, no son las inversiones en capital fijo o tangible, sino las que se realizan en capital intangible; es decir, las inversiones en investigación y desarrollo (I&D) y en la formación, reentrenamiento y recalificación laboral. Por ello, la estimación de la Reserva Federal de Nueva York es que, en los últimos 15 años, fueron cuantitativamente tan importantes en EE.UU. las inversiones en capital intangible como las que se realizaron en capital tangible, fijo o físico.
Es probable, incluso, que las tasas de inversión y ahorro en EE.UU. estén subestimadas, debido a que las inversiones en capital intangible son consideradas en los balances empresariales y en la cuentas publicas como gastos corrientes y no como inversiones.
Dijo Christian Noyer, gobernador del Banco de Francia, en el reciente ‘Simposio sobre Productividad, Competitividad y Globalización’, que se reunió en París, que “entre los cambios decisivos de las tendencias globales de productividad y competitividad de la década del ’90, el más importante es la aceleración del crecimiento de la productividad en EE.UU., mientras se frenaron Europa y Japón; en los últimos 10 años la productividad en Europa cayó más de un punto porcentual anual por debajo de EE.UU. Esta brecha fundamental responde a la rigidez estructural del continente europeo, que impide la especialización sectorial y el despliegue de las tecnologías de la información, mientras que las políticas laborales reducen significativamente el crecimiento de la productividad .
“La productividad no es todo, pero es casi todo . Es el hilo rojo que muestra el grado de despliegue de la revolución tecnológica del procesamiento de la información por la totalidad de la estructura productiva y de servicios. EE.UU. está a la vanguardia de este proceso global; por eso, se ha convertido en la década pasada en la primera economía de la información del mundo actual. Es la cabeza del hilo rojo que arrastra al resto.










