

Las autoridades de Nueva York están celebrando el primer aniversario de una agresiva campaña de salud llamada ‘No bebas hasta engordar‘ aumentando la publicidad, pero hay un grupo que no les manda felicitaciones: la industria de las gaseosas.
La campaña de Nueva York está entre las iniciativas crecientes adoptadas por entidades públicas en EE.UU. y en todo el mundo, impulsadas por el reconocimiento internacional cada vez mayor de la necesidad de abordar una de las tendencias en salud más inquietantes del mundo: la obesidad.
Los esfuerzos plantean la pregunta de qué enfoque funciona mejor - y hasta qué punto la industria de alimentos y bebidas, por largo tiempo parte del problema, puede hacerse parte de la solución, en especial en momentos en que la desaceleración económica amenaza el gasto del gobierno en tales programas.
El impulso podría desencadenar una nueva oleada de controles regulatorios sobre la industria, mientras los empleadores siente el peso de los mayores costos de salud y caída de la productividad relacionadas con más personal obeso.
La respuesta de política pública podría llevar a un uso más generalizado de la solución más drástica para aquellos dispuestos a someterse a ella: cirugía. En el Reino Unido, donde según la tendencia actual la obesidad le costará casi 50.000 millones de libras (unos u$s 77.000 millones) al año al Servicio Nacional de Salud para 2050, John Black, presidente del Real Colegio de Cirujanos, abogó el miércoles por el uso de bandas gástricas en muchas más personas que las actuales 3.600 al año. Si uno entre cuatro de quienes cumplen los criterios clínicos aceptaran el procedimiento, la ganancia neta para la economía en tres años sería de una cifra estimada de 1.300 millones de libras.
El incremento en la obesidad no ha frenado los avances en longevidad logrados en décadas recientes, pero los tratamientos por sus complicaciones están causando más costos. Los pacientes obesos tienen mayores tasas de diabetes, enfermedades coronarias y vasculares, y un mayor riesgo de cáncer, artritis y enfermedades respiratorias.
En los 30 últimos años, la obesidad se ha más que duplicado en EE.UU. En medio de la recesión económica desde 2008, hay alguna evidencia de que ventas de comida rápida barata y poco sana se han sostenido mejor que alternativas más saludables.
Pero la obesidad, alguna vez vista como enfermedad de la decadencia, se extiende rápido también en el mundo en desarrollo, provocando expresiones de preocupación y una serie de iniciativas recientes en China, India y Medio Oriente, así como en parte de América Latina. En el mundo, se estima que unos 1.600 millones de adultos tienen sobrepeso y 400 millones de ellos puede calificarse de obeso.
Los científicos concuerdan en las causas de la obesidad. La actividad física de los seres humanos ha declinado desde los tiempos de sus ancestros recolectores, pero su consumo de alimentos energético ha permanecido estable o se ha incrementado. Y mientras es fácil ganar peso, es muy difícil perderlo después: el cerebro parece adaptarse químicamente. Cambios sociales que incluyen urbanización e industrialización, con un giro hacia estilos de vida más sedentarios, han jugado un papel. Y mientras estas tendencias se han desarrollado por muchas generaciones, la explosión de la obesidad ha tenido lugar en los 30 últimos años, apuntando al rol primario del cambio en la ingesta de comida.
Las tendencias sociales han llevado al quiebre de las comidas familiares regulares, caseras. En cambio, hay una ‘hiper alimentación‘ (respaldada por la industria) a lo largo del día, con una combinación de marketing agresivo, disponibilidad extendida y porciones demasiado grandes, a bajo costo, de alimentos ultra procesados que contienen combinaciones cada vez más tentadoras y menos saludables de grasa y azúcar.
Muchas de las mismas tendencias se aplican en países en desarrollo. En China, con familias de un solo hijo, los padres premian los éxitos académicos de sus hijos con comida y juegos electrónicos.
Allí, como en otras partes, el resultado es un alza en los costos médicos y ausentismo laboral. Los empleadores están comenzando a responder con programas de bienestar. Un número menor está adoptando un enfoque más duro: los empleados de gobierno de Alabama y Carolina del Norte que no participan en los controles de salud a partir de este año pagan un ‘impuesto a la gordura‘ en la forma de primas más altas en sus seguros de salud.
Pero el progreso en la lucha contra la obesidad ha sido extremadamente limitado. Si bien la pérdida de peso se ha convertido en una gran industria, hay escasa evidencia de que la mayoría de las dietas y suplementos funcionen en el largo plazo. Hasta ahora los medicamentos han mostrado una efectividad muy modesta, con efectos secundarios desagradables y potencialmente severos. Stephan Rossner, profesor del Instituto Karolinska en Estocolmo dice que ‘es deprimente para mí como científico, pero los resultados de los medicamentos anti obesidad no son muy impresionantes y tenemos poco que ofrecer a los pacientes‘.
Encontrar la alianza correcta con la industria de alimentos y bebidas será uno de los mayores desafíos en los próximos años en cualquier esfuerzo por revertir las actuales tendencias en obesidad. David Kessler, ex director de la FDA y partidario desde hace mucho tiempo de medidas duras contra las empresas tabacaleras para mejorar la salud pública, dice: “Esto será mucho más difícil. Todos tenemos que comer .









