

La civilización emergió de la fina capa superior del suelo que se fue formando en algunas partes de la superficie de la Tierra, a lo largo de cientos de miles de años, y permitió el cultivo de plantas y cereales que brindaron fuentes confiables de alimentos.
En promedio, esa capa tiene sólo 90 cm de profundidad y ahora está en peligro. “Por la erosión, los suelos cultivables del mundo pierden rápidamente su capa superior y se retrasa la formación de otra nueva, lo que reduce la productividad inherente de la tierra. Donde las pérdidas son muy grandes, el suelo productivo se convierte en desierto , advirtió Lester Brown, fundador del Earth Policy Institute, en su libro Plan B.
Esto afecta áreas cultivables que van desde las praderas trigueras de EE.UU. a las zonas contaminadas con químicos en el este de Europa y China. Pero el problema es más agudo en Africa, donde los granjeros que plantan en suelos que están entre los más más antiguos del mundo, tienen menos dinero para tomar medidas y proteger su recurso más importante.
Estos problemas no son nuevos. Algunos arqueólogos aseguran que civilizaciones como la maya y la de los nórdicos que colonizaron Groenlandia colapsaron por la desertización de los suelos causada por el uso excesivo, la deforestación o los cambios climáticos. Más recientemente, en la década de los 30, las áreas de Oklahoma y otras regiones de EE.UU. que quedaron convertidas en páramos polvorientos son una dura advertencia del peligro.
Lo que ha cambiado es la presión demográfica: ahora hay más de 6.500 millones de habitantes en el planeta, una cifra que, se pronostica, llegará a 9.000 millones para mediados de siglo. Aunque los científicos estiman que hasta por lo menos el año 2020 habrá suficiente tierra útil sin cultivar para cubrir el incremento en la demanda, alimentar al mundo exige que los campos que hoy se explotan se mantengan productivos.
El problema de la degradación de los suelos viene empeorando desde hace décadas, pero recién en los últimos dos años, cuando los precios de los alimentos mostraron aumentos significativos, los funcionarios lo tomaron con seriedad. Un informe de la International Assessment of Agricultural Science and Technology reveló que la tasa de incremento en los rindes declina y llega a la conclusión de que, en gran medida, esto se debe a la caída en la calidad de los suelos. “Ciertamente, la degradación de las tierras está vinculada a la crisis de los alimentos , dijo Parviz Koohafkan, director de la división dedicada a Tierras y Agua de la FAO, el organismo de alimentos y agricultura de las Naciones Unidas.
El problema existe incluso en los países ricos donde hay leyes protectoras, como en EE.UU. Los granjeros norteamericanos pierden capa superficial en sus tierras a una tasa de 1% al año. Y un estudio publicado por la revista Science a fines de los años 90 calculó que la erosión le costaba a la economía estadounidense alrededor de u$s 44.000 millones anuales.
En Australia, uno de los productores de trigo más importantes del mundo, el salitre es un inconveniente serio y los años de uso excesivo de fertilizantes y pesticidas se están haciendo sentir.
La Unión Europea hace consultas para dar a conocer una directiva relacionada con el tema del empobrecimiento de los suelos mientras, en China, la principal responsable es la contaminación industrial, pero Africa es el continente más afectado. “Los suelos africanos están entre los más pobres del mundo, y los malos suelos dan malas cosechas , señaló Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, en el lanzamiento de la Alianza por un Africa Verde (Agra, por la sigla en inglés), de la que es presidente. Esta entidad recibió este año u$s 164,5 millones de la Bill and Melinda Gates Foundation y u$s 15 millones de la Fundación Rockefeller, para establecer un programa de salud de suelos para el continente.










