Gulp. Este es el sonido de los inversores en bonos del Tesoro de Estados Unidos tragando saliva al ver la cifra de deuda nueva que el mercado deberá digerir esta semana: u$s 200.000 millones.

Las acciones del gobierno para apoyar la economía durante la crisis han dado como resultado licitaciones de tamaño récord y, hasta ahora, el mercado respondió bien y no hay mucho que sugiera problemas inminentes.

Sin embargo, esta última oleada de títulos de deuda coincide con un momento en que los inversores se plantean una serie de dudas fundamentales para la futura dirección que tomará el mercado. Si a esto se suma una reunión de dos días en la Reserva Federal para fijar las tasas, que comienza hoy, es evidente que esta semana será una prueba para el mercado.

El spread o diferencial entre los rendimientos de los títulos del Tesoro a dos y a 10 años es de 2,46 puntos porcentuales, cerca de los niveles pico que alcanzó en ciclos recientes.

Lo empinado de las curvas de rendimiento, o su opuesto, son indicadores clásicos para el mercado futuro y el rumbo de la economía. Las curvas empinadas con tasas bajas de corto plazo, como la de ahora, indican clima de optimismo.

El problema es que este no es un ciclo normal. Dos de los principales impulsores del mercado de bonos, la oferta y las tasas de interés, están en niveles nunca vistos.

En el caso de los títulos a plazo más corto, la gran incógnita es la de los aumentos en las tasas. Para los bonos a más largo plazo, entre los temas de inmediata importancia figura lo que puede ocurrir cuando la Fed deje de comprar bonos (ya ha comprado títulos por u$s 289.000 millones, de un programa de u$s 300.000 millones).

La dirección a tomar también depende de si el mercado considera que las eventuales alzas futuras en las tasas lograrán contener la inflación. Y también está la incógnita de cuánta oferta podrá digerir el mercado, o más bien, qué precio cobrará por hacerlo.

Cualquiera de estos factores podría disparar seriamente el nerviosismo en el mercado. Cuando se trata de bonos, los cambios de dirección suelen ser bruscos y potencialmente devastadores para cualquier recuperación. Hasta ahora los funcionarios económicos han conseguido lo que querían. Tendrán que manejarse con mucho cuidado para que el mercado se mantenga dócil.