En el sur de la península Ibérica ya hay una carrera para ver quién construye la mayor planta de energía solar del mundo. Ya se han anunciado tres proyectos diferentes, cada uno de los cuales cuenta con el respaldo de una gran compañía.

Endesa está construyendo cerca de Cádiz una planta de 20 MW que costará alrededor de 140 millones de euros (181 millones de dólares). GE Energy Financial Services está trabajando en una planta con una capacidad generadora de 11 MW, ubicada aproximadamente a 200 km al sudeste de Lisboa, que tiene un presupuesto de u$s 75 millones. Y British Petroleum se ha unido al banco Santander Central Hispano en un acuerdo que sumó 160 millones de euros para la construcción de plantas solares en España, con el objetivo de generar una capacidad total de entre 18 y 25 MW.

El súbito interés por la energía solar en el sur de Europa se debe a los altos precios del petróleo y a la preocupación por el cambio climático, que ha llevado a la Unión Europea a fijar límites para la emisión de gases de efecto invernadero.

Por otra parte, la combinación de estos factores disparó el interés de los inversores en tecnologías de cualquier tipo que prometan la generación de electricidad a partir de recursos renovables, desde las anticuadas represas hidroeléctricas que se construían sobre los ríos, hasta el sol, el viento y las mareas.

La eólica es la más madura de estas industrias y cuenta con turbinas modernas, capaces de generar hasta 5 MW cada una. Como el viento no sopla con la misma intensidad todo el tiempo, generalmente operan a aproximadamente 30% de su capacidad máxima.

El incremento en los precios del petróleo y el gas hizo que los parques eólicos sean competitivos para la generación de electricidad, en relación a los combustibles fósiles.

Por otro lado, las perspectivas de utilizar el mar en la generación de energía se han vuelto más cercanas desde la exitosa prueba que realizó Renewable Energy Holdings con un prototipo que, a diferencia de la mayoría de los otros dispositivos que utilizan la fuerza de las olas, se asienta en el propio lecho del mar. Esto lo hace más confiable, ya que los que se colocan sobre la superficie del mar corren riesgo de ser arrastrados por las tormentas.

La nueva tecnología podría ser comercializada el año próximo y tiene la ventaja, dadas las sequías que afligen a muchas partes del mundo, de producir agua desalinizada. En la actualidad, se están desarrollando diversas tecnologías que utilizan el movimiento de las olas para impulsar las turbinas, pero aún no hay proyectos a gran escala para generar electricidad a nivel comercial.

Una alternativa sería usar las mareas. En el norte de Francia ya existe una estación que aprovecha la energía de la marea y EE.UU. tiene una pequeña central de energía maremotriz.