

Lo decisivo del impacto de China en la economía mundial no surge de su crecimiento económico interno -9.3% de expansión anual en los últimos 28 años-, sino de su participación en el comercio internacional, donde ya ocupa el tercer lugar en orden de importancia en el mundo, y tendrá el primero en el 2010, según estimación de la OCDE.
El comercio internacional chino es obra fundamentalmente de las empresas transnacionales, que representan el 57% del total de sus exportaciones y más del 60% de sus importaciones. El sector trasnacional de la economía china es el 20% del producto bruto interno y el 30% del PBI industrial. Para eso, ocupa sólo el 3% de la fuerza de trabajo (24 millones de trabajadores) sobre un total de 752 millones.
Así, el 3% de los trabajadores chinos producen el 30% del PBI industrial; y la razón de este logro extraordinario es que su nivel promedio de productividad excede a la del sector no transnacional en una proporción 9 a 1.
La participación de las empresas transnacionales es todavía mayor en lo que se refiere al crecimiento económico, sobre todo en los últimos tres años (2003, 2004, 2005), en que es responsable de más del 40% del total.
El sector de las empresas transnacionales de la economía china, sostienen John Whalley y Xian Xin (‘China’s FDI and Non-FDI Economies and the Sustainability of Future High Chinese Growth’, NBER Working Paper N 12249, Mayo de 2006), crece 18% anual, mientras que el segmento no transnacional lo hace a una tasa de solo 5/6% en el año.
La estimación de Whalley y Xin es que, sin la participación de la inversión extranjera directa, la tasa de crecimiento económico chino hubiera sido 3.4 puntos porcentuales menor por año desde 1990 en adelante.
La producción de las transnacionales está orientada fundamentalmente al sector externo, antes que al mercado doméstico, porque proporcionan, además de su producción, el acceso a sistemas de distribución en el mercado mundial, y sus productos están especialmente diseñados para los mercados internacionales.
Una de las principales empresas del circuito transnacional de distribución (Retail), Wall-Mart, compra, ella sola, 18.000 millones de dólares anuales de productos chinos y, si fuera un país, sería el octavo comprador en orden de importancia.
La clave del fenómeno chino en la economía mundial es la inversión extranjera directa (IED) de las empresas transnacionales. En 1985, la IED fue menos de 2.000 millones de dólares, mientras que, en el 2004, trepó a 61.000 millones: esto es, creció 30 veces en un periodo de 20 años.
Entre 1985 y 1991, el crecimiento de la IED fue 14% anual, y los flujos anuales permanecieron en este periodo por abajo de los 4.5 billones de dólares; de pronto, a partir de 1991, se produjo una verdadera explosión de la IED, no en un sentido metafórico. El flujo de IED en 1992 fue de 11 billones de dólares; y en 1993 alcanzó los 28 billones, con tasas de crecimiento superiores al 150% anual.
En 1991, Deng Xiao Ping, el líder histórico del Partido Comunista que volcó a China al capitalismo en 1978, dio un giro definitivo e irreversible en la apuesta estratégica por la IED de las empresas transnacionales y la globalización. Fue en su histórica ‘Gira al Sur’, con eje en Shenzhen, al norte de Hong Kong, donde definió el carácter prioritario de la inversión transnacional y la consiguiente apertura plena y completa de la economía china.
En 1997, China atrajo 49.000 millones de dólares de IED, y la inversión volvió a crecer tras el ingreso a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el 2001. En este mismo período, en el mundo, en el 2001, 2002 y 2003, tras la recesión del primero de esos años, la IED mundial disminuyó drásticamente, con una caída del 41%, 13% y 12%, respectivamente; y en esos años, la IED en China registró un crecimiento del 15%, del 13% y 1.4%. Los flujos globales de IED aumentaron sólo 2% en el 2004, y en China, en cambio, crecieron 13%.
El stock de la IED en China, hoy (2006), supera los 600 billones de dólares, casi 45% del PBI; es el segundo país del mundo en materia de atracción de IED después de los EE.UU.; de lejos, el primero del mundo emergente. El número total de empresas transnacionales que operan en China asciende a 242.000, de las cuales 160.000 son industriales.
En el 2004, China experimentó un nivel récord de exportaciones con un aumento del 35.4%. Ese año, las exportaciones aumentaron 155 mil millones hasta llegar a 593.4 billones de dólares, el 36% del PBI. También en el 2004, el comercio internacional (exportaciones más importaciones), como porcentaje del PBI, trepó al 70%, 10 puntos porcentuales por encima del nivel del 2003.
China, en otros términos, tiene un comercio internacional en relación al producto superior al de Chile, y tres veces mayor que el de Brasil.
El fenómeno chino, en síntesis, no es esencialmente chino; el crecimiento de su comercio internacional es, ante todo, expresión de la nueva fase de la acumulación capitalista global, en marcha desde 1991 en adelante.
El extraordinario mérito histórico de China es su superior capacidad de adaptación a las nuevas condiciones mundiales de la fase actual de la globalización capitalista.










