Con frecuencia el mercado del prêt-à-porter de marca parece inspirada por el niño que todos llevamos dentro: la cartera modelo Cereza de Louis Vuitton, los aros para muñeca de Chanel y las carteras con dijes de Prada parecen ejemplos particularmente apropiados.
A la inversa, en el mercado de moda para chicos las prendas parecen más maduras que nunca. La ropa y los accesorios infantiles ganan terreno y para comprobarlo basta ver la importancia que le dan las celebridades, un factor que en estos días es clave para establecer cualquier tendencia.
El matrimonio de David Beckham y Victoria Adams, por ejemplo, ha comprado por 45.000 dólares un par de aros de diamante para su hijo Brooklyn que son una réplica mini de los que usa su padre. La supermodelo Heidi Klum, que se casó en un diseño exclusivo de Vera Wang, encargó una versión a escala reducida del mismo vestido para su hija. Y Madonna viste a su hija Lourdes en Burberry y otras tiendas prestigiosas.
Las celebridades no son las únicas que actúan de esta manera y la demanda de ropa de diseñador en versión mini es tan grande que Dior, tras el éxito obtenido con las boutiques Baby Dior en París, Barcelona, Ginebra y Mónaco, abrió un emporio junior en Londres. El local es una réplica de la famosa tienda de la Avenue Montaigne, en París, con la única diferencia de que en la londinense las tallas van desde recién nacido a 12 años.
Según investigaciones de la consultora Mintel, aunque ahora los consumidores tienen menos hijos, gastan más dinero en cada uno de ellos. En el Reino Unido se espera que el mercado de ropa de chicos llegue a tener un valor de casi u$s 12.000 millones para el año 2007, lo que mostraría un crecimiento de 26%. En Estados Unidos, este mercado también está en expansión pero a un ritmo más lento: se pronostica que crecerá 13% para el año 2008.