

Todo indica que durante este primer semestre la demanda agregada seguirá traccionando con fuerza a la economía argentina. La masa salarial, por efecto de mayor empleo e incrementos de sueldos, junto con la expansión del crédito, aportarán el combustible necesario. A diferencia de quienes ven que estas tendencias pueden llevar los índices de inflación muy por encima de la pauta oficial, en torno al 11% anual, puede bosquejarse una “tercera posición , poniendo el acento por el lado del sector externo: el superávit comercial podría reducirse a una velocidad no esperada si es que la oferta local (que depende de las inversiones) no puede seguirle el ritmo a la demanda.
Quizás basados en el hecho que en 2005 el saldo positivo de la balanza comercial fue de 11.300 millones de dólares, muchos piensan que la abundancia de dólares obtenidos por la vía comercial ha llegado para quedarse. Sin embargo, para que esta nueva situación se consolide será necesario profundizar el “sesgo exportador de la economía ya que, como se verá, no alcanza con el instrumento del tipo de cambio.
Ante todo, conviene tener en cuenta que la performance del sector externo en los últimos años no ha sido extraordinaria: las exportaciones siguieron las tendencias del mercado mundial y las importaciones se contrajeron violentamente por la crisis de 2001/2002, para recuperarse luego a buen ritmo.
El récord de exportaciones obtenido en 2005, con u$s 40.000 millones, ocurrió en un contexto externo particularmente amigable al comercio. Desde 2000 hasta 2005 las ventas al exterior de nuestro país subieron 52%, cifra que puede resultar impactante. Pero se relativiza al constatar que las exportaciones mundiales se incrementaron 60% en ese período. En realidad, la participación de la Argentina en las exportaciones mundiales se redujo levemente en los últimos 5 años, de 0,41 a 0,39%. Esta trayectoria contrasta con la de Brasil, que aumentó sus exportaciones un 115% en esos años, pasando de un market share de 0,86% en 2000 a 1,16% en 2005.
Además de poner en contexto la marcha de las exportaciones, es útil descomponer el saldo comercial en sus ítems principales: por un lado, la balanza externa del sector de petróleo y combustibles, que sumó u$s 5.400 millones en 2005; por el otro, el superávit comercial de las actividades manufactureras y agropecuarias, que agregó u$s 5.900 millones.
Respecto del segmento combustibles, la actual tendencia de caída de 4 a 5% anual en la producción de petróleo implica una reducción del saldo comercial del orden de los 1.000 millones de dólares/año. Para frenar este deterioro se requiere, o bien que el precio del barril siga subiendo o bien que se revierta la situación interna y se redoblen inversiones en exploración y explotación. Esto último es factible, pero podrá calcularse sólo cuando comience a materializarse.
En lo que hace al saldo de la balanza comercial no petrolera se tiene para 2005 un excedente de u$s 5.900 millones. Un guarismo importante, pero relativizado por dos factores: a) la tendencia; b) su significación respecto de las manufacturas y actividades agropecuarias.
Tendencia del saldo comercial no petrolero: en el primer bimestre de 2006, las cantidades exportadas del segmento no petrolero subieron 7%. Los precios aportaron 6 puntos porcentuales, para una suba total de 13%. Considerando sólo las cantidades y extrapolando el primer bimestre, las exportaciones no petroleras a fin de año llegarían a u$s 35.300 millones, siendo que por factor precio quizás puedan lograrse otros 1.000 millones. ¿Qué pasa con las importaciones? En el primer bimestre, las compras al exterior (excluidos combustibles) subieron casi 24%, con lo que de mantenerse esta tendencia las importaciones a fin de 2006 sumarían u$s 33.700 millones. El superávit comercial no petrolero pasaría a una cifra en torno a los u$s 2.500 millones, luego de haber sumado 5.900 millones en 2005. Pero los precios de exportación no petroleros amenazan estancarse en los últimos datos y, más importante aún, la curva de aumento de las importaciones podría empinarse más, dada la pujanza esperada para la demanda interna.
Comercio exterior vs. valor agregado de manufacturas y campo: las exportaciones no petroleras, que el último año totalizaron u$s 33.000 millones, representan el 60% del valor agregado por campo e industria, cifra limitada para un país relativamente pequeño como la Argentina. Además, esa participación está estancada desde hace cuatro años. Del otro lado, las importaciones no petroleras representaron en 2005 un 50% del valor agregado por campo e industria. Lo notable es que, pese al actual nivel del tipo de cambio, esa participación supera en 5 puntos porcentuales el ratio alcanzado por las importaciones en 1998. Este récord puede estar indicando una tendencia a la especialización de las manufacturas, pero también el hecho que la oferta local no puede seguirle el ritmo a la demanda y los productos importados aparecen llenando ese vacío (pese al 3 a 1).










