De un lado, los abogados de estudios jurídicos. Del otro, los pertenecientes a los departamentos legales de las empresas. Los primeros aseguran que sus pares in house son un hueso duro de roer, ya que ponen obstáculos a los proyectos y buscan el pelo en la leche. Los segundos se defienden proclamando que, a diferencia de los abogados externos, a ellos los mueve un solo interés: el de la empresa.

Y entre unos y otros, un grupo de abogados que habiendo tenido una importante experiencia en la gerencia de legales decidieron completar su carrera desde el otro lado y hoy se desempeñan como socios en grandes estudios corporativos. Ellos, lejos de buscar rivalidades, destacan la importancia del trabajo en común.

Con la experiencia adquirida en 16 años como abogado senior internacional de la Organización Techint y desde su puesto actual de name partner en Bruchou, Fernández Madero, Lombardi & Mitrani, Cristian Mitrani asegura que la única manera de lograr una confianza mutua es reconociendo al abogado interno como el verdadero cliente. “No hay peor error que pensar que el cliente es el ejecutivo responsable del asunto y que debe esquivarse al abogado interno o intentar demostrarle superioridad profesional , sostiene.

Al mismo tiempo, los entrevistados aseguraron que haber trabajado en una empresa les da una formación profesional diferente, ya que el abogado interno está más cerca del desarrollo de los negocios y comprende con mayor profundidad las necesidades de la empresa y los riesgos de los mercados en los que ésta actúa. Y esa mejor comprensión se traduce en pronta capacidad de reacción. “Por eso, a mi modo de ver, se trata de la experiencia laboral que mejor permite apreciar el rol de abogado como herramienta de gestión empresaria , remata Mitrani.

Además, todos señalan las ventajas que, para el trabajo en un estudio,

brinda la formación en la gerencia de legales de una empresa. Una es el conocimiento de la dinámica interna de los clientes a quienes el estudio externo presta servicios, lo que permite una mejor y más nutrida colaboración.

“Uno adquiere la visión del negocio, tan útil al momento de tener que estructurar legalmente los asuntos o transacciones que nos encomienden , agrega Alfonso Peña Robirosa, que tras 21 años como abogado interno de distintas entidades (trabajó 14 años para el Citibank, 6 años para el Bank Boston y un año para Telecom), en abril de este año fundó, junto con otros abogados, Rattagan, Macchiavello, Arocena & Peña Robirosa. Desde su rol de of counsel en el estudio Fortunati & Lucero, y luego de su desempeño como juez en lo Civil y abogado por 19 años en Pérez Companc, Antonello Tramonti asegura que su formación como abogado de empresa le permite conocer claramente cuál es la expectativa del cliente respecto de aquello que le solicita. Y menciona el hecho de que haberse desempeñado en una empresa le ha dado una vivencia de pertenencia respecto del negocio que debe ser gestionado, que el abogado externo no suele tener porque su realidad es de ajenidad respecto del negocio de su cliente. “La ventaja la da el distinto grado de energía que se pone en el ejercicio profesional, que es mayor cuando la vivencia es de gestión de la cosa propia , señala. Pero agrega un inconveniente: a veces, y por ese mismo sentimiento de estar gestionando lo propio, se puede perder un poco de objetividad.

Ramón Santamarina, también socio de Rattagan, Macchiavello, Arocena & Peña Robirosa, destaca otra ventaja de haber pasado por la gerencia de legales: la capacidad de opinar conjugando al mismo tiempo dos frentes, estricto en lo legal y creativo en la búsqueda de soluciones comercialmente aceptables.

Y aunque laS ventajas son las primeras que le vienen a la mente, Roberto Fortunati también menciona algunas de las desventajas que, a su entender, podrían afectar a quien se formara como abogado interno de una empresa. Y para esto tiene sobrada experiencia, ya que luego de haber trabajado durante 7 años en Amoco Argentina Oil Company se desempeñó como socio en Beccar Varela. Tiempo después pasó a integrar las filas del Citigroup como Director de Asuntos Legales, para finalmente fundar, a principios de 2003, Fortunati & Lucero. El letrado advierte sobre la tendencia que muchos abogados internos tienen a obedecer una postura gerencial contra su propio criterio profesional. “Se requiere de mucho coraje para mantener la propia independencia que requiere el ejercicio de la abogacía , concluye.

Pero en algo están todos de acuerdo: los aportes que desde su experiencia hacen al estudio aquellos que previamente estuvieron del otro lado del mostrador difícilmente puedan ser realizados por otros. En ese sentido, Santamarina comenta que el abogado que ha pasado por la actividad empresarial –sea como abogado interno o en otra función– aporta al estudio una visión pro negocio y un conocimiento de la cultura corporativa, de su estilo y sus valores, muy necesaria. “Muchas veces el abogado que siempre trabajó en estudios jurídicos privilegia tanto la seguridad que frustra un negocio , remata este abogado que durante 25 años trabajó en Zurich, empresa en la que llegó a ser presidente del Directorio y CEO.

Pero éste no es el único aporte. Horacio Morelli, socio de Negri & Teijeiro y entre 1993 y 2000 responsable del área de Propiedad Intelectual de Arcor, afirma que el mayor aporte de estos abogados es colaborar con los clientes pensando soluciones o alternativas jurídicas, sin descuidar los aspectos organizacionales y de funcionamiento de las empresas.

Desde Pagbam, se suma su socio Julio César Stefanoni Zani. Sus 13 años en el área laboral de la Asesoría Legal de Bunge y Born S.A. (desde 1974 hasta 1987) refuerzan su opinión. Así, indica que en su caso procura que el asesoramiento que da responda no sólo al conocimiento jurídico propio del abogado, sino que también cuente con la cuota de realismo necesaria para permitir su implementación en el seno de la empresa que lo recibe. “Estoy capacitado para ponerme en el lugar del gerente que hizo la consulta y evaluar así la viabilidad y oportunidad de la implementación de la respuesta jurídica, además de los alcances que ella puede traer en el futuro , precisa.

Claro que si bien hay muchos puntos a favor para quien desee mutar de una empresa a un estudio, la migración no es nada fácil. Es que la dinámica interna no es la misma. En opinión de Stefanoni Zani, en una empresa se interactúa con gerentes y jefes, que a su vez reportan a otros superiores. Y cada ejecutivo, con distinta profesión, tiene sus propias preocupaciones e intereses, que no necesariamente coinciden con los temas que se supone debe atender el abogado interno que actúa en la empresa. “Esta situación muy difícilmente pueda darse en un estudio, donde se está en contacto directo con socios que son también abogados, que tienen intereses comunes , explica.

Mitrani agrega que quien opte por el cambio habrá de habituarse a las características de la vida societaria y a un esquema de decisión democrático. “El poder que un abogado interno goza en la empresa, que le permite influir en las decisiones societarias con la autoridad que le dan los años en la empresa, se pierde en la migración , apunta.

Morelli a su vez aporta su experiencia. Asegura que los primeros meses son de adaptación: a la mecánica interna del estudio y a pensar que uno debe colaborar con varios clientes y no con solo uno. “Ése solo cambio de pensamiento representa un desafío que debe ser asimilado para poder trabajar con tranquilidad y dedicación , expresa. En cambio, a Santamarina no le resultó difícil la integración. “Quizás la única diferencia es el apoyo enorme en infraestructura que uno tiene en la empresa , asegura.

Por último, todos tiraron por tierra dos mitos que parecían instalados en el folclore popular: que los abogados internos no eran creativos, y que, mientras los abogados de estudios deben estar disponibles 24 x 24, los in house trabajan menos horas y con un horario fijo. “Es imposible que el abogado interno no sea creativo, ya que está inmerso en el mismo campo de batalla que el externo sólo ve con catalejo. Un elemental instinto de supervivencia así lo impone , sentencia Tramonti.

Con relación al segundo mito, señala que quien hace esa afirmación nunca ha trabajado en una empresa. Un abogado interno está disponible los siete días de la semana 24 x 24. “En el contexto actual, la dedicación a tiempo completo, en el más literal sentido de la expresión, parecería no distinguir ámbitos , coincide Stefanoni Zani. “No creo que la gerencia legal de un banco o de una empresa privatizada sea, desde hace ya varios años, un buen lugar para el relax , agrega irónico Peña Robirosa.

Por eso, nada mejor que seguir el consejo de Mitrani, que previene a quien estuviera reflexionando sobre ingresar y hacer carrera en una empresa aspirando a una jornada de trabajo de 8 horas. “Haría muy bien en obtener las seguridades del caso, antes de embarcarse en el proyecto. Todo profesional de buen potencial bien puede hallarse trabajando mucho más en poco tiempo , advierte.