

La normalidad no es normal en la política argentina, y por eso, cuando ocurre, hay que destacarla. Ayer, la Presidenta compartió un acto con Ernesto Sanz, el titular del principal partido de la oposición, y también con Mauricio Macri –Jefe de Gobierno porteño–, Hermes Binner –gobernador santafesino– y Mario Das Neves –gobernador de Chubut–, entre otros dirigentes que suelen transitar veredas distintas a las del kirchnerismo.
Ese encuentro –en el cual YPF anunció el descubrimiento de nuevas reservas de gas en Neuquén– es un cambio en las prácticas históricas de los Kirchner desde que llegaron al Gobierno en 2003, que siempre vieron al pluralismo como una planta que no requiere ningún cuidado y que resiste cualquier ataque. Hay que decir además que esa apertura no es la primera que ocurre desde la muerte de Néstor Kirchner, que nunca se olvidó de maltratar a sus adversarios políticos y de denunciarlos por televisión como promotores de inasibles golpes de estado y gaseosas conspiraciones. El abandono de la agresión en el discurso presidencial está en esa misma línea y, por lo que se ve en las encuestas, esa combinación está resultando ventajosa para la imagen presidencial, que experimenta un crecimiento que desconocía desde que se desbarrancó con la sucesión de errores que desencadenó la pelea contra los empresarios agrícolas por las retenciones.
En rigor, el Gobierno no fue el promotor del momento ecuménico, pero sí, como siempre hace, la Casa Rosada dio el visto bueno a la lista de invitados.
La semana pasada, el radical Sanz recibió la llamada de Enrique Eskenazi, que lo invitaba en persona a lo que la compañía consideró “el evento del año para el sector. No dudó. Fue al acto, según explicó, “como titular del radicalismo y también como senador mendocino , una provincia petrolera. Cerca de Sanz acercaron otra razón: “YPF manejará el 60% de los yacimientos de petróleo y gas hasta 2017, y el radicalismo es un partido con vocación de poder. Por eso, con YPF vamos a hablar .
Ya en el acto, Sanz quedó sorprendido, y satisfecho, con el saludo afectuoso que le dedicó la Presidenta: “Hola Ernesto, ¿Cómo estás? Cuanto tiempo sin vernos , le dijo tomándolo del brazo. Es verdad que hacía mucho tiempo que no cruzaban siquiera un diálogo similar, encajonado en las reglas del protocolo más que las de la confianza. La última vez había sido el 1 de marzo de 2008, cuando la Presidenta dio su primer discurso ante la Asamblea Legislativa.
Otro que acudió al convite de la familia Eskenazi fue el socialista Binner, quien los conoce por el Banco de Santa Fe, como todos los políticos de esa provincia.
Macri fue otro de los invitados al anuncio, aunque no el único del PRO: llegó allí con Federico Pinedo, jefe de la bancada de diputados macristas. El Jefe de Gobierno también recibió un chiste de la Presidenta. “Señor Jefe de Gobierno, se había levantado por eso no lo saludé, no sea que mañana digan que la Presidenta no lo saluda, que la señora de enfrente no lo saluda, la señora de enfrente lo saluda, se había levantado por eso no lo saludé , le dijo, sin el tono afectuoso que se ganó Sanz, quien trabó con Cristina una relación –con muchas peleas, pero relación al fin– cuando compartieron la Cámara de Senadores. Tal vez ese recuerdo de sus épocas de legisladora, cuando practicaba el arte del diálogo, se imponga ahora entre los recuerdos presidenciales.










