El emprendedurismo social se acerca lentamente a un estado de madurez en la Argentina. Cada vez más proyectos se orientan a generar un cambio social en temas como educación, cuidado del medio ambiente, inserción laboral o desnutrición. Una de estas propuestas es la que llevaron adelante José María Sarasola, Joaquín Driollet y Merced Córdoba, que apuntan a convertir los comedores de niños en Capital Federal y Gran Buenos Aires en verdaderos centros de producción textil. Es decir: trocar asistencialismo por sustentabilidad. Esta iniciativa, que llamaron Mediapila, fue finalista de Naves, el concurso de entrepreneurship del IAE, y del Premio Banco Rio para Jóvenes Emprendedores.
Sarasola, uno de los fundadores de Mediapila, tiene 25 años y a los 18 se fue a vivir a Australia, en donde estudió economía y literatura inglesa. Al volver, en agosto de 2004, recorrió el sur de Chile y la Argentina, y quedó impactado por la pobreza que encontró en su camino a Buenos Aires. Esas diapositivas de viaje fueron la semilla de una idea. “Se me ocurrió crear una marca solidaria que generara trabajo y le mandé un e–mail en cadena a un grupo de 20 amigos para compartir el proyecto, pero me terminaron contestando 60 , recuerda Sarasola. Juntos tuvieron que definir el producto solidario que iban a generar y, finalmente, se decidieron por hacer remeras, pero con un toque distintivo tanto en lo que respecta a la fabricación como a la venta.
El primer paso fue invertir 14.000 pesos en la compra de máquinas y telas. “En marzo aprendimos a coser a máquina e íbamos a las casas de costura y talleres textiles a pedir que nos dieran nociones; hoy conocemos bien acerca de los procesos de corte, confección y estampado de indumentaria , dice el emprendedor.
Luego, por recomendación de Juan Carr, de Red Solidaria, hicieron una prueba piloto en el Comedor del Niño Jesús –en Chacarita– y capacitaron a varias madres, además de darles las máquinas para producir. “Hoy estamos en otros dos comedores infantiles más, en la localidad de Pacheco y en Almirante Brown; ya tenemos 12 madres trabajando y queremos sacar de la calle a 50 señoras en total cuando termine 2006 , confía Sarasola, y agrega que Caritas los ayuda a elegir los comedores más necesitados.
Ahora Mediapila cuenta con 10 máquinas, que en gran parte fueron compradas a través de donaciones, y está aliada con la Fundación Protejer, que a través de la empresa Printel les vende telas a precios especiales.
“Queremos tener el mejor producto del mercado y sabemos que nuestras remeras están al nivel de las primeras marcas, porque cumplen con muchos procesos de control de calidad , se enorgullece el emprendedor.
La distribución se hace a través de un grupo de 35 voluntarios –amigos y conocidos de los fundadores del proyecto–, que venden las remeras a través del boca a boca, a un costo de $ 25 por unidad. “Es la mejor estrategia de marketing que tenemos, que la gente sepa que al comprarnos se está poniendo Mediapila , afirma Sarasola.
Las remeras también se distribuyen en casas de estudio, como la Universidad de San Andrés o la Universidad Austral. Allí, los propios alumnos se ofrecen como vendedores.
“Nosotros no facturamos, sólo capacitamos a la gente, les enseñamos a coser y les damos una red de voluntarios para que vendan lo que producen; sólo somos intermediarios y funcionamos como gestores de emprendimientos , aclara. “Queremos transformar los lugares a donde la gente va a pedir de comer en centros productivos, para sacarlos de la calle , insiste.