

Los italianos y los españoles son los europeos que empezaron a sentir antes los efectos de la contracción del crédito, pero también son los que tienen más confianza en que sus gobiernos podrán manejar la crisis, según una encuesta realizada por el Financial Times.
El estudio realizado por el FT y la firma Harris, halló que la mayoría de los europeos todavía no ha sentido el impacto en su vida diaria, aunque 22% de los italianos y 16% de los españoles dijeron que ya han experimentado “un impacto importante .
Sin embargo, los ciudadanos de ambos países aún tienen fe en que sus gobiernos podrán conducirlos a mejores puertos. En cambio, la encuesta revela que los británicos han perdido en forma notable su confianza en el primer ministro Gordon Brown, quien edificó su prestigio político sobre la base de su reputación al frente de la economía, durante el gobierno anterior.
Sin embargo, ahora la crisis financiera ha drenado las arcas públicas y el declinante precio de la vivienda ha golpeado con mucha fuerza a la economía local. Según la encuesta, 68% de los británicos no confía en la capacidad de su gobierno para lidiar con la crisis.
La cifra de los que no confían en sus gobiernos en este momento de turbulencia financiera es de 52% en Alemania, 51% en Estados Unidos, 50% en Francia, 43% en Italia y 36% en España.
La misma encuesta halló que los británicos, junto con los italianos, son los que mencionan los “impuestos excesivos como el mayor problema que enfrenta la economía: 25% de los entrevistados de esas nacionalidades ponen el tema en primer lugar en su lista. En cambio, en Francia, España y EE.UU. el tema casi no figuró.
En cambio, los aumentos en el precio de los alimentos y la energía siguen siendo la principal preocupación en la mayoría de los países.
Según los resultados de otra encuesta de opinión realizada por la firma Harris para el Financial Times, para los europeos China ha superado a EE.UU. como la mayor amenaza para la estabilidad global.
La reciente oleada de protestas y manifestaciones en el Tibet, y la subsiguiente represión china, sumada a problemas de competencia por las exportaciones baratas, parecen haber endurecido la posición de los europeos con respecto a China.










