

Los mercados saben que no es saludable tener demasiado de algo bueno, pero los inversores individuales no muestren tanta prudencia. Esta es una preocupación creciente en muchos países asiáticos.
Hace mucho que los mercados emergentes, y los asiáticos en particular, son vistos como una fuente de crecimiento en el largo plazo, pero hay preocupación sobre cómo se manifestará el interés de los inversores en el corto plazo. Ayer el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) salió al cruce de los posibles especuladores y dijo que algunos mercados de la región deben considerar aplicar controles de capital si se producen picos en los flujos de ingreso, como estima probable la entidad.
Un mundo de dos velocidades –con crecimiento rápido en los países emergentes y recuperación anémica en los mercados desarrollados– no es algo nuevo. Sin embargo, a medida que se acelera la recuperación, el Banco teme que la confianza que esto genera aumente el interés en Asia.
Aún más inmediata es la posibilidad de que la crisis de la eurozona aliente a los cazadores de rendimiento a mirar hacia oriente. Algunos países ya lo han pensado: en noviembre Taiwán prohibió que inversores extranjeros estacionaran fondos en depósitos a corto plazo.
El impacto de cualquier nuevo control dependerá de su estructura. El dólar de Taiwán se apreció contra la divisa de EE.UU. desde noviembre, mientras que el real de Brasil, donde desde octubre se aplica un impuesto sobre los flujos de capital extranjero, se ha debilitado.
La advertencia del BAD coincide con un decaimiento en el apetito por el riesgo debido a las dificultades de la eurozona, pero la liquidez que todavía da vueltas por el sistema financiero implica que habrá una aceleración en los flujos.










