Los empresarios que volvieron por la revancha
En los últimos dos años, la reactivación del negocio textil no sólo se notó en el incremento de la inversión, que en 2004 subió casi un 70% con respecto al 2003, sino también en la gran cantidad de marcas tradicionales que se reconvirtieron para buscar una segunda oportunidad.
Vitamina, una de las estrellas de principios de la década pasada, llegó a contar con 50 locales. Pero agobiada por una deuda de 40 millones de dólares, la marca que estaba en manos del fondo de inversión Compañía de Indumentaria (CISA) terminó yendo a la quiebra.
El empresario Aldo Navilli, accionista de Molinos Cañuelas, pagó $ 700.000 por la marca en el remate judicial, y ahora va por la revancha. Invirtió algo más de $ 1,5 millón en su nueva empresa, y prevé crecer con la apertura de locales en forma muy pausada.
El caso de Coniglio es parecido. La etiqueta, que era líder del negocio de ropa para chicos en los ’90, cayó en desgracia de la mano del Exxel Group, el fondo que adquirió la marca en 1998 y que, en menos de cinco años, hizo que perdiera el liderazgo del negocio.
Ahora, sus nuevos dueños –la familia Hinz (que hasta diciembre pasado concentraba todas sus actividades en la producción de soja en los campos que posee en la provincia de Entre Ríos) y su socio, el constructor Jorge Greco– crecerán con sucursales más chicas y con una inversión de $ 3 millones.
John L. Cook también prepara la vuelta de la mano de sus fundadores, la familia Fitá, quienes hace unos meses recompraron la marca que le habían vendido en 1997 al fondo AVP. Por ahora, el plan de negocios que tienen previsto está guardado bajo siete llaves.
Otro caso emblemático es Hendy, que tiene un plan de apertura de locales.
Vitamina, una de las estrellas de principios de la década pasada, llegó a contar con 50 locales. Pero agobiada por una deuda de 40 millones de dólares, la marca que estaba en manos del fondo de inversión Compañía de Indumentaria (CISA) terminó yendo a la quiebra.
El empresario Aldo Navilli, accionista de Molinos Cañuelas, pagó $ 700.000 por la marca en el remate judicial, y ahora va por la revancha. Invirtió algo más de $ 1,5 millón en su nueva empresa, y prevé crecer con la apertura de locales en forma muy pausada.
El caso de Coniglio es parecido. La etiqueta, que era líder del negocio de ropa para chicos en los ’90, cayó en desgracia de la mano del Exxel Group, el fondo que adquirió la marca en 1998 y que, en menos de cinco años, hizo que perdiera el liderazgo del negocio.
Ahora, sus nuevos dueños –la familia Hinz (que hasta diciembre pasado concentraba todas sus actividades en la producción de soja en los campos que posee en la provincia de Entre Ríos) y su socio, el constructor Jorge Greco– crecerán con sucursales más chicas y con una inversión de $ 3 millones.
John L. Cook también prepara la vuelta de la mano de sus fundadores, la familia Fitá, quienes hace unos meses recompraron la marca que le habían vendido en 1997 al fondo AVP. Por ahora, el plan de negocios que tienen previsto está guardado bajo siete llaves.
Otro caso emblemático es Hendy, que tiene un plan de apertura de locales.
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