La economía estadounidense creció pero los ingresos no, lo que generó un sentimiento de "populismo rancio" dirigido principalmente hacia Barack Obama que amenaza con barrer a los demócratas en las elecciones parlamentarias, que se realizarán el próximo martes.
Los ingresos familiares cayeron en todos los campos de batalla del Senado norteamericano, salvo Alaska y Dakota del Sur, lo que recalca porqué Obama y los actuales senadores demócratas están recibiendo poco rédito político por lo que parece, en medio de cifras de crecimiento, ser una recuperación económica sólida.
En ese clima, la política se desconecta cada vez más de los habituales indicadores de éxito económico como el crecimiento o el desempleo, porque con la caída de 8% en los ingresos desde 2007 las familias están peor.
Los menores ingresos crean un ánimo de pesimismo en la gente y los votantes dudan que sus hijos en el futuro estén mejor que ellos, aseguró William Galston, profesor de Brookings Institution en Washington. El resultado es más un sentimiento anti-establishment y de rencor que un giro político en cualquier dirección que amenace con perjudicar a los actuales legisladores de ambos partidos.
Los republicanos tienen que ganar seis escaños para conseguir el control del Senado. Los actuales sondeos en promedio muestran que obtendrán ocho en Alaska, Arkansas, Colorado, Iowa, Louisiana, Montana, Dakota del Sur y West Virginia mientras que perderán dos propios en Kansas y Georgia.
La situación es similar para las gobernaciones, donde los demócratas podrían ganar cuatro, incluyendo Florida y Pennsylvania, mientras que perderían otras cuatro, entre ellas Massachusetts e Illinois. "Sabemos que allá afuera hay un sentimiento generalizado de "maldigo a ambas familias",aseguró Galston. "Hubo un resurgimiento del populismo tanto en la derecha como en la izquierda".
El contraste entre el PBI, que subió casi 7% desde 2007, y el retroceso de los ingresos promedio refleja una caída en la porción del producto que va a los salarios y el hecho de que la mayoría de los incrementos salariales fueron hacia las hogares más ricos.
El problema político que eso provoca se observa claramente en la retórica electoral de Obama. "Ahora tenemos una tasa de desempleo que es de 5,9%," proclamó con orgullo hace poco. "Hemos creado más de 10 millones de puestos de trabajo y 55 meses de crecimiento ininterrumpido del empleo en el sector privado, el más largo de la historia de Estados Unidos".
Sin embargo, rápidamente continuó diciendo que los salarios y los ingresos de la "gente común" no han subido. "Y eso hace que la gente sienta, aunque las cosas hayan mejorado, que todavía está preocupada no sólo por su futuro sino también por el futuro de sus hijos", dijo.
El mensaje de Obama no parece hacer gran diferencia: la geografía del crecimiento de ingresos sugiere que tuvo poco que ver aún donde a la economía le fue relativamente bien. En realidad, Obama es menos popular donde los ingresos han subido.
Los estados a los que les fue mejor desde 2007 son principalmente los productores de materias primas como Wyoming, las Dakotas y una franja agrícola en el centro de Estados Unidos. La mayoría son estados rojos por múltiples razones: muchos votantes consideran que su prosperidad llegará pese a la interferencia de Obama, no debido a ella.
Por otro lado, los estados a los que les ha ido relativamente mal son los más perjudicados por la crisis inmobiliaria como Nevada, Arizona, Florida y Georgia. No parece que eso haya producido una fuerte tendencia política para ninguno de los dos bandos.
La dinámica de esta política de caída de ingresos se observa con mayor claridad en Georgia, un bastión republicano, que se convirtió en una repetición en miniatura de la carrera presidencial de 2012 entre Obama y Mitt Romney. El candidato demócrata Michelle Nunn se colocó levemente por encima de su rival republicano David Purdue criticándolo implacablemente por haber tercerizado puestos de empleo cuando era ejecutivo de una empresa norteamericana.
Galston sostiene que el crecimiento general de los ingresos es el "aceite que lubrica la maquinaria del gobierno" porque hace posible el cumplimiento de las promesas. Sin él, agregó, la política tiende a "lidiar con la austeridad y hacer el mejor intento por garantizar que las pérdidas necesarias recaigan sobre alguien más".
Reanudar ese crecimiento será tarea del próximo Congreso.Sin embargo, hay pocas señales de que los votantes quieran darle a algún partido un mandato para hacerlo.
