Mientras Brasil se enfrenta a una de las elecciones más conflictivas en años, Douglas García, como muchos de sus compatriotas, ha empezado a considerar las redes sociales no tanto como una forma de comunicarse con amigos sino como un campo de batalla política virtual.
García, que es uno de los fundadores de Direita São Paulo -un grupo de seguidores de Jair Bolsonaro, el candidato presidencial de extrema derecha de Brasil-, se deleita con una pelea online -incluso con Jornal Nacional, el noticiero televisivo más popular que, antes de la era de las redes sociales, solía ostentar el poder de decidir quiénes serían los ganadores y perdedores en las elecciones brasileñas.
"Las principales impulsoras [de audiencias en línea] son las peleas que iniciamos en las redes sociales", explica García, que también se postula en las elecciones de octubre como candidato a la legislatura del estado de São Paulo. El joven de 24 años lleva puesta una camiseta negra con la cara de Bolsonaro y las palabras "honor, moral, ética": en la parte posterior hay un rifle AR-15. "Hice un video, por ejemplo, en el que maldigo a la gente que sale en Jornal Nacional y ese video tuvo medio millón de visitas".
En los últimos años, la democracia occidental sufrió una profunda crisis de confianza -desde la elección de Donald Trump como presidente de EE.UU. hasta el referéndum del Brexit del Reino Unido- a medida que los partidos tradicionales se fueron debilitando, los ousiders populistas pasaron a primer plano y la confianza pública en la capacidad de las instituciones para resolver problemas básicos se desplomó.
García es un guerrero cultural en un país donde muchos de esos problemas se magnificaron notablemente. Los episodios de los últimos cinco años dejaron a Brasil más vulnerable a una crisis política radical que quizás cualquier otra democracia en el mundo.
Tras sufrir su recesión más profunda del siglo pasado, el respeto por el gobierno recibió un duro golpe: al mismo tiempo, un escándalo de corrupción multimillonario desacreditó a grandes sectores de la clase política.
El apetito insaciable del país por las redes sociales, donde el discurso público a menudo deriva en peleas a gritos impulsadas por bots en sitios como Facebook, WhatsApp y Twitter, no hizo más que agregar leña al fuego. La puñalada a Bolsonaro en una manifestación a principios de este mes, que lo dejó postrado, aumentó aún más el volumen de abusos en Internet.
"Se da una situación en la que las redes sociales y los candidatos mismos están sumamente polarizados, y la televisión fue perdiendo terreno como vehículo principal para llegar al corazón de la gente", dice Marco Aurelio Ruediger, director de política pública de la Fundación Getúlio Vargas, institución académica de Río de Janeiro. Brasil se convertirá en un caso de estudio que repercutirá en todo el mundo porque [las redes sociales] son una fuerza monstruosamente fuerte en estas elecciones.
El mayor beneficiario es Bolsonaro, un congresista devenido candidato presidencial que es una mezcla de Trump y Rodrigo Duterte, el presidente de Filipinas. A pesar de sus casi tres décadas de trayectoria en política, muchos votantes lo consideran un actor ajeno a un establishment político desprestigiado.
Su política de gatillo fácil en materia de delincuencia, los pedidos de recuperar los valores familiares tradicionales, la admiración por la antigua dictadura militar de Brasil y los comentarios despectivos sobre homosexuales, mujeres y personas de color le valieron una masa de seguidores en las redes sociales, que lo llaman "Mito" o "Leyenda".
Bolsonaro cuenta con el apoyo de la comunidad empresarial debido al nombramiento de un asesor económico liberal, el financista Paulo Guedes, egresado de la Universidad de Chicago. No obstante, muchos analistas dudan de si Bolsonaro tendría la capacidad o la voluntad de dirigir reformas difíciles a través del Congreso.
Según las encuestas, parece que su principal oponente en las elecciones de doble vuelta será el ex alcalde de São Paulo, Fernando Haddad, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). El fundador del partido, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, está en prisión por aceptar favores de empresas constructoras, y tiene prohibido postularse como candidato, aunque sigue conduciendo el partido desde la cárcel.
Es posible que se considere a Haddad una figura relativamente moderada, pero la retórica de su partido se fue desplazando hacia la izquierda. Desde el encarcelamiento de Lula da Silva, el PT hizo campaña abiertamente contra el poder judicial, al que prometió "democratizar". El PT, que durante mucho tiempo impulsó propuestas para ejercer "control social" sobre la prensa, también participa en una pelea con el canal de televisión Globo, que produce Jornal Nacional. Su compañera de fórmula, Manuela d'Ávila, pertenece al Partido Comunista de Brasil.
Durante la campaña, los economistas del PT propusieron muchas de las mismas políticas intervencionistas implementadas por la ex presidente Dilma Rousseff -que fue destituida en 2016-, que numerosos analistas consideran las responsables de la brutal recesión.
Un mayor apoyo a Haddad en las encuestas "agravaría los temblores del mercado, especialmente porque la actual plataforma económica del PT niega la necesidad de una reforma", dijo el grupo de investigación TS Lombard en una nota.
De hecho, se considera que una segunda vuelta entre los dos populistas sería un escenario catastrófico para los mercados, que esperaban que Geraldo Alckmin, el más moderado ex gobernador de São Paulo del partido de la Social Democracia Brasileña, fuese un rival más importante. No obstante, en las encuestas cayó a 9% y los votantes lo consideran un político tradicional.
Nara Pavão, profesora de ciencias políticas de la Universidad Federal de Pernambuco, señala que las medidas enérgicas de los jueces activistas sobre los escándalos de corrupción política conocidos como Lava Jato "aumentaron las preferencias por los outsiders con un discurso populista en contra de la política y las instituciones".
"Hay un rechazo a la corrupción, que alimentó este sentimiento generalizado contra el sistema", agrega.
A cualquiera que dude de la fiebre que aflige a las elecciones de Brasil le basta con ingresar en la página de Facebook de la embajada de Alemania en Brasilia. En la sección de comentarios, junto a un video de la embajada sobre cómo los alemanes "no se esconden de su historia", los revisionistas brasileños partidarios de la derecha sostienen que Hitler era de izquierda. "El partido de Hitler se llamaba Partido Socialista de los Trabajadores, ¿dónde está la extrema derecha?", señala un comentarista brasileño. Uno de los hijos de Bolsonaro, Eduardo, a principios del año pasado tuiteó que Hitler "nunca fue de la derecha" debido a su política económica intervencionista.
Según los investigadores, los partidarios de Bolsonaro, en particular, demostraron su notable eficacia para ganar terreno en todos los rincones de las redes sociales. El candidato de extrema derecha apareció en más del 35% de las menciones de los candidatos en Twitter la semana pasada, más de 10 puntos porcentuales por encima del competidor más cercano, Haddad, según AJA Media Solutions, una empresa de comunicaciones que monitorea las redes sociales durante la campaña.
El creciente uso de smartphones impulsó el amor del país por las redes sociales. Brasil fue el líder de los 20 mercados encuestados por Euromonitor en 2016 en términos de visitas o actualizaciones diarias de sitios de redes sociales. Es el tercer mercado más grande de Facebook, mientras que WhatsApp dice que tiene 120 millones de usuarios en un país de 210 millones de personas.
Estas nuevas tecnologías impulsaron una revolución en los medios de Brasil en los últimos 15 años, cuyos resultados ahora se están aclarando, dice Rodrigo Helcer, director ejecutivo de la empresa de marketing Stilingue.
La sociedad está dividida en enormes comunidades en línea descentralizadas, ya sea desde la izquierda o la derecha de la política u otras unidas por intereses comunes, como los camioneros. "Estas comunidades tienen un poder jamás visto en el siglo pasado", dice Helcer.
Los brasileños resultaron tan vulnerables a las noticias falsas como los ciudadanos de otros países. Los videos mal editados, como aquellos en los que Lula da Silva supuestamente hace comentarios antipatrióticos sobre Brasil, se han vuelto virales. Según los analistas, los votantes deseosos de ver la próxima atrocidad perpetrada por sus oponentes en el lado opuesto del debate pasan por alto con facilidad las anomalías evidentes en estos videos.
"Parece que hay una realidad paralela, como sucedió con Trump y Marine Le Pen [líder ultraderechista de Francia]", dice Pablo Ortellado, profesor de políticas públicas de la Universidad de San Pablo, que investiga cómo las personas acceden a la información en línea.
Si bien los seguidores de Bolsonaro dominan la esfera online, se toparon con la fuerte oposición de un grupo de Facebook titulado Mujeres Unidas contra Bolsonaro. El grupo atrajo a unos tres millones de usuarios a pesar de que se cerró temporalmente luego de ser hackeado y sus gerentes recibieron amenazas. El movimiento, que utilizaba el hashtag #elenão ("él no"), cobró carácter internacional. Los seguidores de Bolsonaro respondieron con el hashtag #elesim ("él sí") pero -según AJA- no lograron la misma repercusión en Twitter.
"Parece que [Bolsonaro] le hubiese dado un altoparlante a esa clase de personas que tienen muchos prejuicios para expresarse," dice Silvia Sitta, miembro del grupo de Facebook. "Esas personas ya tenían todo eso dentro y ahora creen que pueden expresarlo de manera más violenta".
"Si bien la mayoría de los analistas consideran que la mayor parte del apoyo de Bolsonaro es real, muchos sospechan que el tono acalorado del debate está siendo amplificado por los 'bots' o cuentas automáticas en ambos lados". De 5,3 millones de retuits analizados por FGV la semana pasada, se detectó que 12,9% fueron generados por robots, la ciifra más alta desde el inicio de la campaña a mediados de agosto. Según FGV, el 69% de las interacciones automatizadas procedían de las cuentas que apoyan a Bolsonaro.
El uso de robots en campañas presidenciales para enviar mensajes que dan una falsa impresión de apoyo o para propagar información falsa es ilegal, explica Ruediger de FGV. No obstante, cuesta evitar que los partidarios no asociados oficialmente con una campaña generen bots a drede para atacar a los oponentes.
"Los robots, en términos de tecnología, capacidad y habilidad para convencer, han crecido y pasado a otro nivel", dice Ruediger. "La capacidad de la sociedad para comprenderlos, supervisarlos, controlarlos y regularlos quedó rezagada a tal punto que es aterrador".
Ruediger dijo que la solución era trabajar con las empresas de redes sociales para hacer más para suprimir las actividades ilegales de campaña en las redes sociales porque tienen "la tecnología y los medios para hacerlo".
Para algunos analistas, la plataforma más influyente en esta elección no es Facebook o Twitter, sino WhatsApp. Con sus pequeños grupos encriptados, WhatsApp es más difícil de monitorear y muy eficiente a la hora de difundir mensajes, ya sean reales o falsos.
Un proyecto llamado Monitor WhatsApp, diseñado para mostrar las principales tendencias en la red, reveló que los partidarios de Bolsonaro fueron nuevamente los más destacados. Los mejores memes incluían una crítica feminista de ataque al candidato. Uno de los memes muestra a un grupo de mujeres que protestan desnudas, y el texto reza: "Las feministas que se hacen llamar putas salen a la calle desnudas? ¿Y crees que el que menosprecia a las mujeres es Bolsonaro?"
Fabrício Benevenuto, un investigador de la Universidad Federal de Minas Gerais que dirige el proyecto, dice que las personas viven en un "universo paralelo" donde consideran los medios y las encuestas como noticias falsas. "Sin embargo, creen en la basura que llega a su cronología y creen en la basura que llega a través de WhatsApp", dice.
Muchos temen que el discurso violento en línea pueda llegar a materializarse en el mundo real. A principios de esta semana, la coordinadora de una protesta masiva prevista contra Bolsonaro, María Tuca Santiago, dijo que tres hombres en Río de Janeiro, uno de los cuales portaba un "revólver plateado", la atacaron y la golpearon. La llevaron al hospital pero estaba "bien", dijeron sus colegas.
La tecnología y las redes sociales afectaron el resultado de las elecciones a nivel mundial. Se cataloga a Brasil, en broma, como "el país del futuro", y siempre lo será. Sin embargo, es posible que ese futuro haya llegado finalmente de una manera profundamente distópica.
