
En un país famoso por sus carteles políticos, Cuba esta semana le da la bienvenida a los jefes de Estado latinoamericanos que participarán de la cumbre regional con un nuevo póster que muestra al presidente Raúl Castro diciendo con el puño levantado: La revolución continúa como siempre, absolutamente sin ningún compromiso con nadie, excepto con la gente.
No es un mensaje apropiado para el tercer encuentro de la Celac (Comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños), porque cada país llega con diferentes ideologías y distintos intereses nacionales, desde la Venezuela socialista hasta el México pro-mercado. Sin embargo, los 33 estados de la región parecen haber encontrado un nuevo sentido a su propósito común y una gran necesidad de actuar en forma conjunta. La cumbre enviará la señal más contundente que recibido la administración Obama de que la región se opone a la política norteamericana hacia Cuba, y que los intereses regionales de Washington se vieron socavados por esa política.
La Celac representa un claro rechazo a la tradicional hegemonía de Washington, que ha sido reemplazado por una sensación de autoconfianza, y el fuerte interés de comunicación entre todas las naciones miembro, independientemente de las diferencias ideológicas, aseguró John Kirk, uno de los principales académicos canadienses expertos en América latina. Debería ser un llamado de atención para Washington (y para Ottawa, en menor medida) de que su política hacia la región necesita cambios lo más rápido posible, agregó.
Sin embargo, un diplomático europeo comentó que hasta la fecha la organización, fundada en Venezuela en 2011 y que excluye específicamente a EE.UU y Canadá, es altamente simbólica y carece de toda sustancia. No tienen secretaría o presupuesto del que hablar, y los intereses difieren enormemente entre el Caribe y Sudamérica, o los países que dan al Pacífico y América Central, o México y el resto.
La Celac busca contrarrestar a la Organización de Estados Americanos (OEA), que a veces en la región es vista como dominada por Estados Unidos. Sin embargo, el secretario general de la OEA José Miguel Insulza estará presente en La Habana como invitado, y será el primer funcionario de alto rango de la organización que visita la Cuba desde la revolución de 1959.
Y Enrique Peña Nieto, el presidente de México, cuyo país forma parte del Nafta con EE.UU y Canadá, también hará una visita de estado oficial después de participar de la cumbre.
En 1962, la OEA suspendió a Cuba y a todo país del hemisferio occidental, excepto Canadá y México, y rompió relaciones con La Habana. Sin embargo, hoy todos los gobiernos del área tienen lazos económicos y diplomáticos normales con la isla caribeña comunista, excepto Estados Unidos que mantiene un severo régimen de sanciones.











