Se ha calificado como la mayor amenaza nuclear para la seguridad mundial desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962: mientras Vladimir Putin trata de salvar su invasión de Ucrania, el presidente ruso ha intensificado sus amenazas de utilizar armas nucleares. La semana pasada dijo que utilizaría "todos los medios disponibles" para mantener la seguridad de Rusia tras proclamar unilateralmente cuatro provincias del este de Ucrania como parte de Rusia. Añadió que Estados Unidos había "creado un precedente" cuando lanzó dos bombas atómicas sobre Japón en 1945. El fin de semana, el líder checheno y leal a Putin, Ramzan Kadyrov, le sugirió al presidente ruso que considerara el uso de "armas nucleares de bajo rendimiento" en Ucrania. Pero el Kremlin desestimó la propuesta el lunes. El vocero de Putin, Dmitry Peskov, dijo que "no hay otras consideraciones" aparte de utilizar las armas nucleares según la doctrina militar rusa, que permite su despliegue si Rusia es atacada primero o si la propia existencia del Estado está en peligro. Funcionarios occidentales y expertos militares creen que el riesgo de que Putin despliegue armas nucleares es bajo. Pero a medida que las fuerzas rusas sufren reveses militares en el sureste de Ucrania, también reconocen que ese riesgo está aumentando. Esto es lo que sabemos sobre las armas nucleares que Putin podría estar tentado a utilizar: La crisis de los misiles en Cuba tuvo que ver con las armas nucleares estratégicas, que son lo suficientemente potentes como para destruir ciudades enteras a miles de kilómetros de cualquier campo de batalla. La cuestión en Ucrania gira, en cambio, en torno a las llamadas armas nucleares tácticas, más pequeñas. Estas ojivas nucleares más pequeñas están pensadas para su uso en el campo de batalla y están diseñadas para destruir objetivos en un área específica. Aun así, muchas de las ojivas son más potentes que la bomba atómica lanzada en Hiroshima por Estados Unidos, que tenía una potencia explosiva equivalente a unos 20 kilotones de TNT. "Los llamados misiles nucleares tácticos para uso en el campo de batalla tienen una potencia de entre uno y 50 kilotones [de TNT]... devastador en áreas que suelen ser de dos millas cuadradas", le dijo a la BBC el General Sir Richard Barrons, exjefe del comando de las fuerzas conjuntas del Reino Unido. Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron en su momento enormes arsenales, pero tras el fin de la guerra fría, Estados Unidos renunció a la mayoría de ellos (excepto unos 230 equipos) por considerar que "las armas convencionales, cada vez más eficaces, podían hacer mejor su trabajo", según un análisis publicado en 1989 por el Boletín de Científicos Atómicos. Rusia conservó unas 2000 ojivas nucleares tácticas. Pueden colocarse en diversos sistemas utilizados para lanzar explosivos convencionales, como los misiles de crucero Kalibr o los misiles balísticos Iskander, y pueden lanzarse desde tierra o mar. Los expertos ven tres formas en las que Rusia podría utilizar las armas nuclearestácticas. La primera es demostrativa: una explosión nuclear que no mate a nadie. Podría ser una detonación subterránea, sobre el Mar Negro, tal vez en algún lugar alto en los cielos de Ucrania o en un sitio deshabitado como la Isla de la Serpiente. El pulso electromagnético de la explosión freiría los equipos electrónicos no protegidos y la lluvia radiactiva, aunque grande al principio, se reduciría a cerca del 1% de la explosión radiactiva inicial en 48 horas. La mayor parte del polvo radiactivo absorbido en una nube ascendente por la explosión se asentaría en la tierra cercana en las 24 horas siguientes al impacto y podría ser un peligro biológico extremo. Otras partículas podrían ser dispersadas por los vientos dominantes y asentarse en concentraciones mucho menores en grandes partes del mundo. Incluso un ataque demostrativo escalaría la posibilidad de un ataque ruso en una gran ciudad. Probablemente desencadenaría una reacción mundial sin ningún beneficio militar, convirtiendo a los rusos en "más parias que nunca", como dijo el presidente estadounidense Joe Biden en una entrevista el 16 de septiembre. El efecto de demostración también puede ser poco claro, ya que mostraría que Rusia está dispuesta a romper el tabú de las armas nucleares, pero que sigue siendo cautelosa a la hora de utilizar su poder explosivo al máximo. La segunda posibilidad es un ataque a un objetivo militar ucraniano o a una infraestructura clave, por ejemplo, un ataque con misiles a la central nuclear de Zaporiyia. También cabe preguntarse hasta qué punto esto sería útil. Las fuerzas militares ucranianas están muy dispersas y los estudios del ejército estadounidense han llegado a la conclusión de que una ojiva de un kilotón tiene que detonar a menos de 90 metros de un tanque para infligir daños graves. Algunos expertos afirman que no tendría mucho sentido que Rusia atacara objetivos de combate en provincias que ahora considera suyas. El ejército ruso, poco motivado y mal equipado, también estaría expuesto a la lluvia radiactiva. El tercer paso, el más escalofriante, sería un ataque a un miembro de la OTAN, incluido Estados Unidos, como sugirió Dmitri Trenin, exdirector del Centro Carnegie de Moscú, un centro de estudios ruso. En una entrevista en la televisión estatal, Trenin dijo que Rusia necesitaba demostrar que se tomaba en serio un ataque nuclear estadounidense para que su disuasión fuera efectiva. Añadió que Occidente también se equivocaba al suponer que Putin respondería a las derrotas en el campo de batalla utilizando armas nucleares sólo contra Ucrania. "Es totalmente posible que el ataque no golpee el teatro de la batalla, sino algún lugar a cierta distancia", dijo Trenin. Es difícil predecir cómo respondería Occidente a un ataque contra la OTAN. Se activaría el artículo V, que invoca una respuesta de defensa colectiva de los demás miembros de la OTAN. Moscú se arriesgaría a un devastador ataque nuclear de represalia por parte de Estados Unidos. Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, dijo el mes pasado que cualquier uso nuclear ruso tendría "consecuencias catastróficas", sin especificar cuáles podrían ser esas consecuencias. También aclaró que Estados Unidos había "explicado" en conversaciones privadas con Moscú cómo reaccionaría Occidente. El domingo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió de "graves consecuencias para Rusia". Eso podría implicar un ataque militar convencional que destruya la flota rusa del Mar Negro, como sugirió el domingo el director de la CIA y general del ejército, David Petraeus. Pero los funcionarios occidentales han sido en general vagos en sus amenazas de represalias incluso si Putin ataca a Ucrania, un país que no es miembro de la OTAN, ya que la disuasión se basa en la ambigüedad.