

LCV nació a partir de un hecho desafortunado: la privatización de YPF. La Ley 24.145, sancionada en 1992, anunciaba para muchos de sus empleados que, junto con la transferencia de activos, venía la desocupación. Sin perspectivas de nuevo empleo en el sector y desplazadas de sus puestos por el cierre del laboratorio geológico donde trabajaban, Claudia Aguirre, María Luisa Rodríguez, Silvia Blanco, Patricia Ferraresi y otras dos compañeras optaron por seguir haciendo lo que les gustaba y formaron su propio proyecto.
Con una inversión mínima proveniente de las indemnizaciones y un pequeño aporte de un familiar, LCV comenzó a operar su laboratorio en una casa en Bernal. Veinticinco años después, la empresa, hoy radicada en Florencio Varela, se convirtió en una de compañías de servicios las más importantes para petroleras y es líder en exportación de conocimientos.
El laboratorio brinda servicios de geología e ingeniería. "Trabajamos principalmente para la industria del petróleo y gas, pero también realizamos estudios para minería, construcción y agua", cuenta Aguirre. Estos estudios, precisa Ferraresi, "le sirven a las operadoras para poder caracterizar y ver bien el tipo de yacimiento que tienen, el tipo de trampa, porosidad y reserva, qué es lo que pueden hacer, hacia dónde pueden extender el yacimiento, cuánta reserva pueden tener, de qué edad son las reservas, etc.".
Una de sus fortalezas, dicen las socias, es su know how, producto de los 15 años de conocimientos adquiridos en YPF. Otra, el reconocimiento de sus colegas que, como resultado del boca en boca, logró llevar su expertise más allá de las fronteras nacionales. "Comenzamos a expandirnos en Bolivia y Perú, porque firmas argentinas con profesionales argentinos que nos conocían fueron a trabajar a esos países y nos llaman", confirma Rodríguez. Hoy, también tienen presencia en Colombia, México, Chile y Ecuador.
La empresa cuenta con una litoteca que ofrece almacenamiento de material geológico. La importancia de la conservación de estas muestras radica en la originalidad de cada una, dado que -indican las profesionales-, "aunque un pozo esté al lado del otro, la geología puede variar".
Además del inherente interés comercial que supone el registro del subsuelo, la preservación de estos materiales permite que sean estudiados en otro momento de la historia, a la luz de avances tecnológicos o nuevas metodologías en el análisis.
Aguirre ilustra este punto con un ejemplo: "Hace muchos años, se sacaban testigos corona (un tipo de muestra de roca) de la formación Vaca Muerta y nadie los estudiaba porque no se había desarrollado la explotación. Ahora, todas las empresas están buscando las muestras que tenemos guardadas para volverlas a analizar. Todo es tan dinámico que algo que ahora no tiene mucho interés, sí puede tenerlo en el futuro".
Derribando estereotipos
Con algo de timidez, las emprendedoras reconocen que las siglas de su compañía son las iniciales de "Las Chicas de Varela", mote con el que eran conocidas hace más de 30 años, cuando trabajaban en YPF. Y aclaran que, si bien es parte de su identidad, con el paso del tiempo ya no se sienten tan "chicas". "Nunca nos imaginábamos que íbamos a tener esta proyección. No estaba en la cabeza de ninguna de nosotras", refiere Aguirre.
El apelativo por el que se popularizaron en el ambiente no hace más que recordar que son mujeres en una industria de hombres. Al respecto, dicen que el mercado no les puso trabas en su desarrollo. De hecho, consideran que tienen como ventaja competitiva una forma femenina de encarar la empresa, basada en la confianza y la responsabilidad. "Hace 25 años que somos socias y creemos que es por ser mujeres, porque sabemos negociar las diferencias", asegura Blanco.
Una roca no convencional
Luego de la confirmación de la existencia del yacimiento petrolífero no convencional en Vaca Muerta, en 2011, el laboratorio comenzó a recibir muestras para analizar. Estos hidrocarburos, precisan las profesionales, se encuentran en unas rocas llamadas "lutitas", caracterizadas por ser menos porosas y permeables que las de los reservorios convencionales. Al momento de realizar la fractura de estos suelos y extraer el combustible, se vuelve imprescindible conocer las heterogeneidades de los elementos. La tarea de LCV es hacer, entre otras cosas, estudios de microscopía electrónica y difractometría de rayos X.
"En los últimos años, la industria ha introducido una amplia variedad de nuevas técnicas; muchas con equipos muy sofisticados y caros", apunta Aguirre, y añade: "Nosotras hemos adquirido equipos nuevos, haciendo una gran inversión, para estar al nivel de los primeros laboratorios del mundo".
A su vez, Blanco explica que los análisis que se llevan a cabo requieren una metodología de estudio de mayor detalle en comparación a los convencionales, y que, en el caso del tight gas, se realizan trabajos que no solo repercuten en la metodología de extracción, sino que apuntan a optimizar la producción del recurso.
Desafíos
La crisis del precio del petróleo sumió a la industria en una depresión económica de la que LCV no escapó. Pero, la necesidad de la Argentina de ampliar sus reservas energéticas a partir del shale oil y el tight gas son vistas como oportunidades para continuar con los estudios. Uno de sus deseos es tener mayor alcance en el país, para que las operadoras tengan sus estudios con sello nacional.
Entre sus desafíos, por otro lado, está fortalecer su negocio en la región.













