

Nepal se vio sacudido en septiembre de 2025 por una crisis política sin precedentes. El gobierno del primer ministro Khadga Prasad Sharma Oli ordenó el bloqueo de 26 redes sociales, entre ellas Facebook, WhatsApp, Instagram y YouTube.
La medida, destinada a frenar las protestas, terminó encendiendo la mecha de un estallido que dejó 51 muertos y más de 1300 heridos, según informó la agencia Reuters.
Manifestantes, en su mayoría veinteañeros, incendiaron el Parlamento y el palacio de gobierno en Katmandú, mientras las fuerzas de seguridad imponían un toque de queda.

Discord como espacio de deliberación en un país con instituciones debilitadas
Paradójicamente, la misma tecnología que el Ejecutivo intentó prohibir fue utilizada por decenas de miles de jóvenes para organizarse. El diario The New York Times reveló que más de 100.000 ciudadanos se conectaron a un servidor de Discord donde debatieron posibles candidatos para liderar un gobierno interino.
Entre los nombres surgieron el activista Sagar Dhakal y el exdirector de la autoridad eléctrica Kul Man Ghising, pero finalmente el consenso se inclinó por Sushila Karki, expresidenta del Tribunal Supremo.
Los organizadores del canal, vinculados a la organización cívica Hami Nepal, reconocieron que la sala de chat no representaba a todo el país. Aun así, la presión digital adquirió un peso político inesperado.
El ejército se reunió con los moderadores del servidor y les pidió un nombre para la transición. Al día siguiente, Karki se entrevistó con el presidente Ramchandra Paudel y con el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Ashok Raj Sigdel.
El nombramiento de Karki y el papel del Ejército en la transición
El viernes 12 de septiembre, tras tres noches de negociaciones, Karki fue juramentada como primera ministra interina en la residencia presidencial.
Al mismo tiempo, ella se convirtió en la primera mujer en dirigir el país, un hecho con fuerte carga simbólica en una sociedad de tradición patriarcal.

Su perfil anticorrupción y su trayectoria judicial pesaron más que los cálculos partidarios, en un contexto en el que el Ejército garantizó la seguridad hasta las elecciones previstas para marzo de 2026.
La figura de Karki no es nueva en la política nepalí. En 2017 enfrentó un intento de destitución parlamentaria, interpretado como represalia a sus fallos contra la corrupción. Su elección actual simboliza la demanda de transparencia y de ruptura con las élites que dominan el sistema.
Impacto político e internacional: una democracia a prueba
Nepal es formalmente una república federal democrática, pero desde la abolición de la monarquía en 2008 ha experimentado una inestabilidad crónica.
El país acumula gobiernos efímeros, partidos fragmentados y altos niveles de corrupción que han erosionado la confianza en las instituciones.
El ascenso de Karki muestra dos caras de esta democracia: por un lado, la capacidad de respuesta del sistema formal, que a través del presidente y del Parlamento disuelto convocó elecciones y nombró un gobierno interino; por otro, la fragilidad de un marco institucional que parece depender de la presión en las calles y en foros digitales más que de los procedimientos constitucionales.
En clave internacional, el caso nepalí proyecta un mensaje disruptivo. Mientras muchos países discuten sobre el impacto de la inteligencia artificial o de las redes sociales en la democracia, Nepal se convirtió en el primer escenario donde una sala de chat en línea condicionó directamente la designación de un jefe de gobierno.
Este fenómeno abre interrogantes sobre cómo las nuevas generaciones pueden trasladar la política a espacios digitales y qué implicancias tendrá esto en sistemas políticos frágiles.
El laboratorio democrático de Katmandú
La llegada de Sushila Karki a la jefatura del gobierno no solo marca un hito por ser la primera mujer en ocupar el cargo. También convierte a Nepal en un laboratorio para observar los límites y posibilidades de la democracia en la era digital.
El éxito de este experimento dependerá de si las elecciones de 2026 logran canalizar institucionalmente el descontento juvenil o si la política seguirá dependiendo de explosiones sociales y deliberaciones virtuales.












