

La relación de los españoles con la religión ha cambiado de forma sostenida en las últimas décadas. Las encuestas muestran un descenso constante de la práctica religiosa y un aumento de personas que se definen como no creyentes, ateas o agnósticas, especialmente entre los más jóvenes y en determinadas regiones.
Dentro de ese mapa cambiante, Galicia y el País Vasco destacan por registrar algunos de los niveles más altos de alejamiento de la fe religiosa en España.
Según distintos estudios sociológicos recientes, uno de cada cinco ciudadanos en estas comunidades afirma no creer en Dios, un dato que refleja una transformación cultural profunda y sostenida en el tiempo.

Vascos y gallegos ya no creen en Dios: qué dicen los datos
Los datos proceden de análisis basados en encuestas oficiales y estudios regionales. En el caso de Galicia, un informe difundido por medios locales a partir de datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sitúa en torno al 19% el porcentaje de personas que se declaran ateas, una cifra que se eleva si se suman quienes se definen como agnósticos o indiferentes religiosos
El País Vasco, por otro lado, presenta cifras similares o incluso superiores. Datos del primer Barómetro sobre Religión y Creencias en España, presentado recientemente por la Fundación Pluralismo y Convivencia sitúan a esta comunidad como una de las más secularizadas de España, con porcentajes de no creyentes que superan ampliamente la media nacional.
En ambos territorios, la práctica religiosa regular es minoritaria y se concentra en franjas de mayor edad, mientras que entre adultos jóvenes y población urbana la identificación con la religión es cada vez más débil.
Cómo ha evolucionado la religiosidad en España en los últimos años
A nivel nacional, España sigue una tendencia común a otros países de Europa occidental. Según los últimos barómetros del CIS, menos del 55 % de los españoles se identifica actualmente como católico, y solo una minoría declara acudir a oficios religiosos de forma habitual
El crecimiento más significativo se produce entre quienes se definen como no creyentes, una categoría que agrupa a ateos, agnósticos e indiferentes. Este grupo supera ya el 35 % de la población en algunos tramos de edad y regiones concretas.
Factores como el nivel educativo, la urbanización, el acceso a estudios superiores y el cambio generacional explican buena parte de esta evolución. Los jóvenes españoles muestran una relación mucho más distante con las instituciones religiosas que sus padres y abuelos, incluso en comunidades con fuerte tradición histórica católica.
Por qué Galicia y el País Vasco lideran este cambio
Los expertos señalan que el peso del ateísmo en Galicia y el País Vasco no responde a una única causa. En ambos casos influyen factores históricos, sociales y culturales específicos.
En Galicia, la secularización avanza en paralelo a un proceso de envejecimiento poblacional y a una creciente desconexión entre tradición cultural y creencia religiosa. Muchas festividades de origen religioso se mantienen como elementos identitarios, pero sin una adhesión doctrinal real, según análisis sociológicos regionales.
En el País Vasco, diversos estudios apuntan a una relación histórica compleja con la Iglesia, marcada por procesos políticos y sociales del siglo XX que aceleraron el distanciamiento institucional. El resultado es una de las tasas más altas de no afiliación religiosa del país.
Además, en ambas comunidades se observa una fuerte presencia de valores laicos, una mayor aceptación de la diversidad ideológica y una visión de la religión como asunto estrictamente privado.

Qué impacto tiene el aumento del ateísmo en la sociedad
El crecimiento de personas que no creen en Dios tiene efectos visibles en distintos ámbitos. Uno de ellos es la disminución de ceremonias religiosas tradicionales, como bodas o bautismos, que han sido sustituidas en muchos casos por celebraciones civiles.
También se refleja en el debate público sobre la laicidad del Estado, la enseñanza religiosa en la escuela y el papel de las instituciones religiosas en la vida social. A medida que aumenta el número de ciudadanos que se declaran ateos o no creyentes, estas cuestiones ganan peso en la agenda política y cultural.
En Galicia y el País Vasco, el dato de que uno de cada cinco habitantes se autodefina como ateo confirma que el proceso de secularización no es coyuntural, sino estructural, y que forma parte de un cambio profundo en la manera en que amplios sectores de la sociedad entienden la fe, la identidad y la pertenencia.














